Capítulo 8.

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—¡Trae la soga, rápido!—Dijo Gwi Nam apresurando a la menor.

La chica rápidamente agarro una soga tirándosela a su novio, el amarró las manos del director, este suplicaba por que lo soltaran.

—Ahora el que tiraremos es a ti, malnacido—Dijo la menor, viéndolo fulminante.

—Niña, salvate que estoy amarrado, pero cuando me suelte te mataré—Dijo bruscamente.

Gwi Nam rio—No me hagas reír anciano, si tu le haces algo yo te mataré de la peor forma que existe—Dijo seriamente.

—Maldito mocoso, cuando todo esto se acabe a ti y a tu novia los metete a la cárcel—Dijo intentando sacarse del agarre de la soga.

—No si antes yo te mato—Dijo.

De repente alguien abrió la puerta dejando ver a uno de los estúpidos que me echó a los zombies.

—¡Tu, maldito!—Dije viéndolo fulminante.

—¿Có-Como es que sigues viva?—Dijo viéndonos, confundido.

Rápidamente saqué la navaja de mi pequeño bolsillo que yacía en la falda, apuntandolo con este.

—Te mataré y te sacare tus estúpidos ojos uno.., por uno—Dije mirándolo furiosa.

El retrocedió sacando el celular, ¿Enserio esta grabando?

—Amor, matalo—Dijo con una sonrisa en el rostro.

El asintió dándome un beso volado—¡Dejalo en paz!—Grito el chico.

Gwi Nam lo mato con simpleza—Viste que tan malo puedo llegar a ser—Dijo viendo al cuerpo.

—¡Esto lo sabrá la policía!—Dijo intentando guardar el celular.

La chica rápidamente se lanzó a él haciéndolo caer, ella golpea su espalda con sus delicadas manos.

—¡No te atrevas!—Gritaba la menor, intentando quitar el celular del chico.

El se resistía, Gwi nam la apartó bruscamente haciéndola caer al suelo, el volteo al chico propinandole una fuerte golpiza.

—Te mataré maldito—Decía Gwi Nam.

La menor al ser empujada con su novio, está se golpeo la cabeza contra la pared, dejándola mareada.

El chico odioso se fue—No te muevas, yo te buscaré—Dijo para irse a buscar al maldito malnacido.

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No sabía que hora era pero su novio ya había tardado mucho tiempo.

Sollozando y preocupada por su novio, ¿Que haría sin el?

Ya estaba anocheciendo y el no aparecía, sus pequeñas manos temblaban mientras que intentaba recomponer el aire pensando cosas positivas.

Narra Eun Ji.

Ay, odio que Nam sea tan terco, nunca me escucha y siempre me contradice.

Ojala no necesitara tanto de él, pero odio decirlo, si lo necesito.
Me siento tan indefensa sin el a mi lado, sin el protegiendome.

—Por favor Nam, regresa—Dije entre susurros, sollozando.

De pronto sentí unos pasos por los pasillos, mi respiración se atraco. Mi rostro de pánico, no quiero ser comida por un asqueroso zombie.

Amo las películas de zombie, pero no quería vivirlo, no, por supuesto que no.

Saque mi navaja intentando protegerme con aquello, la puerta se abrió dejando paso a Gwi Nam ensangrentado, pero se veía tan normal.

—¡O por dios!—Dije levantándome del lugar, el cerro la puerta poniendo una silla entre esta, así para que esos sucios zombies no pudiesen entrar.

—Eun ji, haz silencio—Dijo irritado.

Tanteo los bolsillos de mi falda para ver si tenía aunque sea un solo pañuelo, y lo cual acerté. Si tenía un solo pañuelo y limpio.

Me acerque con cuidado, el me vio analizandome, el se sento haciéndome una seña para que me siente en sus piernas. Me senté entre ellas así permitiéndome poder limpiar su lindo rostro.

—Perdón por hablarte de esa manera, no estoy del mejor humor que digamos—Dijo besándome la mejilla.

Yo asentí dándole un beso en los labios—Tenía miedo de que algo malo te pasara, ninguno de esos monstruos te mordió, ¿verdad?—Dije.

El bajo la mirada, levantó su camisa dejándome a la vista unas cuantas mordeduras que son de zombie. Mis ojos se llenaron de lágrimas, yo negué repetidas veces.

—No, no puede ser verdad—Dije tapando mi boca así evitando un sollozo.

El me agarro de las manos besando cada una con cariño—No me convertí, no soy uno de ellos, amor. Me quedé por horas en los pasillos, no quería venir aquí justo en el momento que me mordieron para convertirme. Cuando estaba junto a ellos, no me mordieron, no me hicieron nada. Soy algo como inmune—Dijo sacando mis lágrimas.

—Por favor, no me dejes. No quiero que me dejes sola—Dije sollozando dándole un fuerte abrazo, el me recibió con amor.

—No te dejaré sola, cariño. Nunca pienses que te dejaré sola, yo te amo y jamas te dejaré sola, siempre te protegeré aunque eso signifique entregar mi vida—Dijo besando mis labios.

Yo me separe viéndolo con lágrimas en los ojos—Prometeme que no morirás por mi, prometemelo—Dije acariciando su mejilla que ahora yacía limpia.

El solo baño su mirar—No te prometo nada, pero eso no sucederá—Dijo, yo asentí volviendo a besarlo.

—Dejame ponerte unas vendas, hay objetos de enfermería y yo misma lo encontré—Dije con orgullo.

El sonrió levantando su camisa, hice una mueca al ver las heridas.

—Soy un asco—Dijo.

Le quería poner un parche en su ojo pero el se negó, le puse vendas por su abdomen. Tenía que admitirlo, seguía luciendo sexi.

Pero esto no es la única mierda que pasaría, no, y estaba muy segura.

Estamos muertos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora