༄| Si no quieres ser tú. Entonces se mio. |༄
༄| Sanji es un joven estudiante universitario que luego de un año entero de haber desaparecido, regresa con la noticia de la muerte de su madre y un intento de suicidio de su parte.
Las personas lo trata...
Cuando apenas y había nacido su madre fue forzada a hacer uno de las cosas más horribles para una madre.
Su padre, un científico estúpidamente arrogante y loco, le quito el derecho a amamantar, cuidar y ver a sus 4 hijos en sus primeros meses de nacidos y los sometió a una extensa investigación, aún sin la aprobación y consentimiento de su esposa. Creando así seres locos de ira y con escasos sentimientos. Todos desarrollaron a lo largo de sus vidas formas diferentes de afrontar el hecho lo que su padre los utilizo como armas sin sentimientos.
Ichiji, el mayor, lo tomo con tranquilidad y con el tiempo se transformó en el arma que su padre siempre deseo. Niji y Yonji, el segundo y el último de sus hijos habían parecido normales, desinteresados ante todo, pero obedientes, con el tiempo Yonji se transformó en el más humano de todos y perdió todo rastro de maldad, consiguiendo así una segunda vida completamente normal.
Pero algo salio mal con el tercer hijo, el presentaba sentimientos claros de amabilidad, tristeza, felicidad, nada de ira y resentimiento, era una completa falla.
Y al ser completamente inútil para las investigaciones de su padre sobre el alteramiento hormonal y sentimental del ser humanos; fue desechado.
Denigrado y obligado a vivir en el sótano de la casa por toda su vida. Mas cuando su madre despertó, se rehusó al maltrato de sus hijo y lucho con todo lo que tubo para lograr la libertad de sus hijos.
Pero no pudo, y su vida se desvaneció de las suyas sin dejas rastro alguno. Aún así el alma de su hijo menos se fue con ella y su bondad y felicidad se volvieron rencor y odio, lo transformó en un simple caparazón vacío dispuesto a romperse.
Todo en él murió con ella.
[●●●]
¿Vivir y ser el mismo para evitar que las demás personas lo detengan?
¿Detener qué? Si en su vida ya no existía ninguna ambición, si en su vida ya no había más nada que simple y pulcro vacío.
Con la pérdida de su madre sólo quedaban las palabras de su padre que con el tiempo tenían más peso en su vida. Entre; "Eres un inútil" o "tu sueño es una completa mentira creada por locos. No existe un mar repleto de peces ni un cocinero en el mundo que cure a todos con simples comidas sin valor" palabras que con el tiempo lo llenaron de temor.
Entonces, ¿Que ambición tenía que proteger?¿A quienes el tenía que evitar?
—Tú mismo con el tiempo te convertirás en quien te detenga.—a unos pasos de distinción Roronoa le hablaba a sus fríos ojos brillantes.—Y si no dejas de pensar en que todo te detiene no dejaras que tu mismo avances. No conocí a tu madre, no se lo que alguna vez pensó o quiso, pero estoy seguro que nunca hubiera querido que mueras.—dijo con las manos en los bolsillos y el mentón alto.—¿Sientes dolor?¿Temor?—preguntó.—Esos son sentimientos que los seres humanos tenemos para afrontar las cosas. Entonces sí, está bien que sientas miedo o dolor, esta bien que llores y quieras vivir.—finalizó.
—Zoro.—exclamó lloroso y aturdido, porque las palabras de ese hombre frente a él se repetían en su mente y lo llenaban de completa seguridad, como si aún pudiera sentir sus brazos rodeándolo en un abrazo seguro.
...
Había sido atrapado por esos fuertes y seguros ojos grises. Había caído en un poso del que creyó jamás salir y había sido sacado tan rápido de ahí que juro que había sido un sueño.
Y es que había sido atrapado por ese chico que juro no volver a poder amar.
Se había sentido solo por tanto tiempo, había sido odiado y reprochado por algo que no conocía que creyó que el problema solo era él y su existencia, y lo creyó tanto que deseó morir, deseó morir porque ya no había nadie que le repitiera que si valía para algo que lo necesitaba y quería con todo su alma.
Y ahora estaba él, siendo tan sincero y bueno, diciéndole que no tenía que fingir, amandolo cuando había roto todas sus promesas y había perdido todo de sí, todo lo que alguna una vez lo convirtió en humano, todo lo que alguna vez lo hacía ser el mismo.
El jamás sería como su madre.
El jamás la reemplazaría.
Pero aún así estaba ahí, tratando de ayudarlo aunque pedía a gritos que no lo hiciera, pidiéndole amor aún sabiendo que no se creía capas de expresar todo eso.
Diciéndole que era un humano con sentimientos, sabiendo que Sanji solo era un robot controlado por su padre y la ira.
Sabiendo que no era nada.
—¿Que dices?¿quieres vivir?—se había acercado, con sus botas pesadas y su mirada ablandada y lo había tomado de la mano con fuerza.
Y justo ahí en ese mísero instante húmedo y frío supo que no todo estaba perdido en la oscuridad. No ahora que una pequeña luz se había encendido sin avisar entre sus manos juntas.
—Bien...—suspiró al oír su silencio.—Si no dices nada, lo tomaré como un sí—le sonrió.
Y cuando finalmente retiro su toque...la brisa primaveral y cálida que llenaba su espacio vacío...se sintió inhumanamente fría. Si todos aceptamos el amor que creemos merecer, entonces el estaba loco...
...Al aceptar su frío y deprimido amor.
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Si ambos amantes deciden convertir en algo eterno su amor. Si ambos estaban tan locos para morir el uno por el otro, ya sea por el veneno de la tristeza o el fuerte dolor de un puñal. Por el engaño de unos tontos y el rencor de un amor imposible.
Si en sí ese era el final de esa trágica historia, tal vez su madre hizo bien al no contarla por completo, porque sólo era un estúpido niño solitario que no estaba dispuesto a abandonar sus juguetes y a ella por un insípido y tonto amor.
Porque tal vez si le hubiera contado ese final el lloraría por Romeo y por Julieta. Y lloraría entonces por verse a sí mismo sumergido en un mar de oscura tristeza.
Porque todo existe por una razón.
Entonces, mientras seas tu mismo...
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Bésame mucho Que tengo miedo a perderte Perderte después
Quiero tenerte muy cerca Mirarme en tus ojos Verte junto a mí
Piensa que tal vez mañana Ya estaré lejos Muy lejos de aquí.
