El Principe Vinsmoke

01

Prólogo:
"El destino solo existe en las historias de amor.
Sólo las historias de amor existen por destino.
Sólo el destino escribe historias de amor.
Todo es una historia"
๑

Aquel reino lo rodeaba un interminable campo verde con destellos dorados, era una hermosa tierra con un gobernante realmente afortunado, aquel hombre de fortuna era el rey de toda esa tierra, Judge Vinsmoke, el cual era descrito como un hombre de poca paciencia, no muy amable, con grandes ambiciones y un carácter agresivo -en ocasiones, muy contadas, también era amable-.

Ese hombre tenía una hermosa esposa, quien le contrastaba totalmente, se decía que con ella el reino "Germa" tenía lo que le faltaba.

Aquel hombre era un gobernante poderoso, pero, poco preventivo.

Le faltaba visión, más que nada esa visión que todo ser humano tiene para con la empatía, sin ella no se puede llegar a tener amor, es imposible, y lo que le pasó a la reina es un claro ejemplo de esa maldición.

Porque, era verdad, si Judge hubiese tenido un poco de "amor" a la dulce mujer que le completaba, quizás, todas las desgracias que azotaron al reino unos años después nunca hubieran tenido lugar en toda la historia del Germa.

Esa avaricia del rey fue el detonante de un sin fin de desgracias que sucedieron una tras otra.

* * *

Se escuchaba un llanto, tan doloroso y lleno de desesperación.

Era un infante, un niño se encontraba llorando. Estaba arrodillado sobre un campo de pasto, se lamentaba frente a una tumba de piedra con hermosa decoración en sí misma, pero con pocas flores a su alrededor, si acaso, había un solo ramo de orquídeas blancas que descansaban sobre de la tumba; Sora, era el nombre que se leía en el grabado dorado, con letra manuscrita. Ese nombre pertenecía a la madre del niño que lloraba su perdida.

El menor se parecía demasiado a su madre, tenía cabellos dorados y esos amables ojos azules, pero también vivía con la peculiaridad de sus cejas naturalmente enroscadas en forma de espiral -algo que odiaba, pues, eran de parte de su cruel padre-. Sus ropas estaban hechas de lino fino, una tela exclusiva para la realeza, pero para él era una ropa que mostraba visiblemente su esclavitud a una vida de dolor.

──No seas un débil como ella, levántate y deja de llorar, eres un hombre.

La ronca y tosca voz se escuchó, interrumpiendo inmediatamente su triste atmósfera.

──Y no vuelvas aquí.

Lo miró un momento, aquel rostro inflexible le pertenecía al rey, quien le hablaba era su desalmado padre. Se dió cuenta que era inútil tratar de convencerlo sobre el dolor que le provocaba la perdida de su dulce madre.

Limpió su rostro que estaba hecho un caos por el llanto y se fue directo al castillo de piedra detrás de ellos, lugar que presenció toda la historia que resguardaba la infancia del amable chico.