Oso

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Minho miró por la ventana por  centésima vez y suspiró. Key todavía no volvía y decidió que le había dado más que suficiente tiempo y se dirigió hacia abajo. Luego de varios minutos de infructuosa búsqueda de tan siquiera una pista de bummie, se dio cuenta de lo estúpido que estaba siendo.

Aun sabiendo que no había nadie cerca, Minho miró a su alrededor por hábito, entonces se transformó de su forma humana a la del gigante oso café. Sintió su olor casi de inmediato.

Key se recostó contra un árbol y contempló gritando por ayuda. Pero ¿Cuál era el punto? Ni siquiera podía ver las luces de la casa, así que seguramente estaba fuera de una distancia audible.
Escuchó un crujido en el bosque y contrajo las manos con fuerza, decidido a no volverse loco esta
vez. Luego las hojas se abrieron y un oso metió la cabeza por entre ellas.
Key gritó, intentó correr, y se conformó con rodar hacia atrás, el oso inclinó la cabeza y lanzó otro grito ahogado, tratando desesperadamente de recordar qué se supone debía de hacer cuando un oso se acerca.
Se movió hacia él nuevamente y el miedo hizo caso omiso de todos los
sistemas de su cuerpo, todo se volvió oscuro.
Luego despertó, estaba en su propia cama, se incorporó lentamente, con cuidado de que la bolsa de hielo en su rodilla no se cayera.

“Hey, tómalo con calma,” dijo Minho desde la esquina de la habitación.

Key dio un salto y rió con timidez.
“Lo siento, no te vi ahí.”

Él le pasó dos pastillas.
“Son medicamentos sin receta, pero serán de ayuda.”

Asintió y tragó las pastillas.

“Supongo que piensas que no soy muy inteligente, eh?”
Preguntó cuando él se sentó a su lado.

“Pienso que tienes razón acerca de cómo trato a los niños,” dijo.

Eso no era para nada lo que Key esperaba.

“¿Qué?”

Él se encogió de hombros.

“Espero demasiado y eso no es justo. Voy a hacer lo mejor que pueda para cambiar.”

Miró hacia abajo al edredón.

“Minho, no pienso que seas un mal padre.”

Él le sonrió. “No sé. Pero necesitaba la reprimenda, me alegra que seas el tipo de persona que no le importa hacer eso.”

Key sintió  rubor en el rostro. Cuando dijo esas cosas con  sinceridad en su voz era difícil recordar que él no tenía chance con aquel grandioso hombre.

“Pero estabas equivocado acerca de algo más,” dijo Minho.

“¿Ah?”

“Sí sé lo que es nunca sentirse suficientemente bueno.” Respiró hondo. “Te molestaría si hablo
acerca de mi ex esposa?
Yo sé que terapeuta no está exactamente en tu descripción laboral…”

“No me molesta,” aunque estaba un poco ansioso. Había escuchado tantas cosas tan poco halagadoras que ya no estaba seguro de cuánta simpatía podía desarrollar honestamente.

“Mi esposa era miserable conmigo,” dijo Minho sin rodeos.

“¿Qué?” Key dijo sorprendido.

“Nos casamos jóvenes, después de la secundaria. Ella era… en aquel entonces, era tan encantadora.
Ella podía envolver a cualquiera en su pequeña mano y eso es lo que hizo, aunque no fuera mi tipo.

“¿No era su tipo?” interrumpió Key.

“¡Minho, ella era bellísima!” Cuando sus cejas se alzaron de sorpresa, él admitió haber encontrado una foto de ambos cuando se mudó a la habitación.

QUIERO TODO CONTIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora