El amor es una cosa complicada.
Quizás demasiado, tan profunda, efímera, y hasta engañosa para aquellos que se ciegan por ella.
¿Que será de aquellos cuando se den cuenta de que lo que veían no era lo que sus ojos le mostraban?
¿Que será de esos cua...
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¿ℙ𝕠𝕣𝕢𝕦𝕖?
La fría superficie del suelo hecha a base de madera de encino blanco daba una frívola e indiferente bienvenida al regreso de la realidad poco deseada de la cuál, por un efímero pero emocionante momento, había sido capaz de dejar atrás, con la esperanza de cumplir su deseo, su anhelo, cuya vida fue arrebatada pocos momentos al haber llegado al lugar de pigmento incoloro.
Aquella noche se sentía más silenciosa, frígida y solitaria que las demás de toda la semana, e incluso el mes completo.
Y es que no era solo la noche, ni el piso en el que estaba recostada mirando al techo lo que le hacía sentir frío, no se trataba del hecho de que se estuviera congelando hasta el punto de ya tener las puntas de los dedos rojas en aquella noche de invierno.
No. . .
Porque en esos momentos no podía prestarle atención a su cuerpo, que pedía por un poco de calor, ni tampoco a que fueran altas horas de la noche.
Porque para ella, nada de eso importaba ahora.
Las lágrimas que se acumulaban en sus ojos ya rojos le nublaban la vista, y cada vez que una de aquellas amargas gotas caía, sentía como estas quemaban su fría piel, dejando en su paso un hilo de calor insensible, junto a miles de pensamientos que no eran capaces de expresarse de otra forma.
Temblorosa, la chica de cabellos lacios lanzó un suspiro, viendo el como este se esparcía en el aire.
- . . . . . ¿Porqué? . . . - Fue lo único que atinó a preguntar en un susurro a la nada.
¿Porqué no la había aceptado?
¿Porqué no quiso dejar que lo amara?
¿Porqué se quedó con esa otra mujer?
No, esas, si bien eran preguntas que podían pasar de forma efímera en su momento, no eran la cúspide de la duda en su cabeza hecha un completo lío, y al mismo tiempo, vacía y carente de pensamiento.
