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No era sorpresa el hecho de que a Suna le gustaba capturar en su teléfono todo tipo de cosas graciosas o vergonzosas que los gemelos hicieran y en ese momento se encontraba haciendo eso mismo, ambos estaban peleando en el suelo del gimnasio.
Poco después de que los compañeros de tercero se graduaran no existía gente al pendiente que pudiera detener a los Miya de sus intensas peleas de hermanos, Rintaro sentía que lo estaban comenzando a tomar como hobby.

La verdad era que él también había notado el bajo rendimiento de Osamu en sus partidos de voleybol y le parecía extraño que Atsumu lo viera de una forma distinta, como que simplemente su hermano estaba siendo malo en lo que hacía, y no que éste parecía no querer seguir jugando, y como era un buenísimo amigo decidió hablar con él a solas.

Durante clases mandó un papelito al menor, que se sentaba justo en frente suyo, diciéndole sobre encontrarse con él en uno de los patios que solían estar solos ciertas horas del día, recalcandole que debía ir él solo, sin Atsumu y cuando el mensaje fue leído la única respuesta que tuvo fue Osamu tapando sus orejas con sus antebrazos y su dedo pulgar en su dirección.

¿Se estará sintiendo mal?

La hora se llegó y ambos corrieron al lugar establecido para evitar que el gemelo mayor los viera y quisiera estar con ellos, ambos se sentían mal sobre eso pero Suna necesitaba hablar con el otro a solas y Osamu no se sentía con la autoridad de invitarlo.

–¿Ya no te gusta el vóley o qué? -Fue directo y sin trabas.

La pregunta le tomó por sorpresa y la verdad esperaba tener otro tipo de plática con su amigo, sin embargo, aunque no quisiera aceptarlo, necesitaba hablar con alguien sobre lo que pasaba por su mente todos los días y que no lo estaba dejando dormir.

–No es eso. -Él sabía lo mucho que sus compañeros se esforzaban por sacar adelante a su equipo y sentía la pregunta de Rintaro como un ataque por no ser igual de bueno que los demás, ahora ellos eran de tercer año y debían ser el ejemplo para sus menores que recién estaban siendo introducidos al equipo. Ahora no se sentía tan seguro de sincerarse.

–No me voy a enojar, ¿sabes? -Normalmente el menor de los gemelos luce un rostro serio, que sin embargo, es fácil de leer la mayoría del tiempo.

–Prometelo.

–Lo juro.

Y después de entrelazar sus dedos meñiques, procedió a abrir su corazón.








































Primera parte ☝🏼

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