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|𝙴𝚁𝙴𝙽|
Observé detenidamente a Faith y noté que estaba recogiendo sus pertenencias, lo que quería decir que su turno había acabado. Ella se despidió de mí y siguió caminando hacia la entrada como si nada hubiese pasado.
—¿Piensas irte así sin más? —cuestioné arrugando el entrecejo.
Faith se detuvo, miró sobre su hombro y se devolvió, posicionándose a escasos centímetros de los barrotes. Sin nada que temer, la tomé del cuello una vez más y la atraje hacía mí con la intención de que nuestros labios rozaran.
—Que no vuelva a pasar.
—¿O si no qué? —desafió.
Entrecerré los ojos y relamí mis labios mientras imaginaba un sinfín de escenarios en los que la hacía mía de todas las maneras que uno pudiese imaginar.
—Te castigaré —susurré antes de unir nuestras bocas en un lujurioso beso.
Por un momento, llegué a sentir algo de culpa. Trataba de inventar algún pretexto creíble para que Faith no regresara al cuartel, sin embargo, mi mente seguía en blanco por lo que no me quedó otra opción más que dejarla ir.
Cuando nos separamos por falta de aire, la miré con melancolía y acaricié su mejilla con mi dedo pulgar con la esperanza de volverla a ver.
—Cuídate —advertí con pesar.
—Lo haré —aseguró con una amplia sonrisa antes de soltarse de mi agarre y marcharse.
Cuando me aseguré de estar completamente solo, recosté la frente sobre los barrotes y cerré mis ojos con fuerza en un intento desesperado de reprimir la extraña mezcla de sentimientos que me invadió en ese momento.
Al cabo de unos minutos, Floch llegó como de costumbre con mi cena. Observé de reojo el sobre con indiferencia mientras debatía conmigo mismo sobre si debía entregarse al pelirrojo o no, y es que lo único que no terminaba de convencerme es que Faith quedaría desprotegida.
—¿Todo en orden, señor? —pregunta Floch al ver que estaba un tanto distraído y es que buscaba la manera de organizar mis pensamientos para hallar una solución a todo este asunto, pero lo único que lograba era crear más confusión en mi mente.
Por un momento llegué a considerar que debía abortar la misión hasta que recordé la razón por la que estaba aquí. Quería que Faith estuviese a salvo, sí, pero tampoco podía dejar todo de lado solo por ella, así que tomé el sobre y me coloqué de pie.