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Es duro enfrentarte con el silencio y la soledad a tan temprana edad.
Cuando me uní a la Legión aquel vacío desapareció momentáneamente en mí. Había encontrado mi sitio, pero aun así seguía perdiendo amistades.
Pensé que las cosas mejorarían hasta que una lanza relámpago impactó con el muro tras de mí. Tenía recuerdos muy escasos de aquel momento, pero jamás olvidaré el momento en el que estaba en la azotea de aquel edificio tratando de escapar antes de que aquella explosión me derribara.
Luego de aquel acontecimiento, estuve alrededor de siete meses en el hospital sintiendo aquella recuperación extremadamente lenta hasta que finalmente llegó el día.
— ¿Esperamos a alguien? —pregunté algo inquieta.
—Sí. No debe tardar en llegar. —aseguró el doctor mientras husmeaba a través de la ventana.
Mientras me hacía una hipótesis sobre a quién esperábamos, la puerta se abrió de golpe y logré divisar a Hange algo despeinada.
—Lamento mucho la tardanza, había olvidado mis anteojos —soltó una cálida risa y luego tomó asiento junto a mí.
En aquel momento todo se tornó un tanto extraño para mí, ¿por qué el doctor necesitaba charlar con la comandante?
—Bien, como le informé en aquella carta la señorita Ruscetti finalizó exitosamente su rehabilitación, pero hay un problema... —mi sonrisa se desvaneció, sabía que algo andaba mal— pude notar que tu rodilla presenta bloqueos repentinamente, por lo tanto, algunas actividades comunes podrían verse afectadas por tu rodilla.
— ¿Qué tipo de actividades? —sentí un nudo en la garganta.
—Faith podría correr, saltar e incluso podría usar el equipo de maniobras, pero en el peor de los escenarios podría estar huyendo de un titán y correr con el riesgo de morir.
Sabía perfectamente lo que significaba. Ya no me necesitarían más en la Legión, ¿de qué les valía tener a alguien que en vez de ayudar sería una carga? Solo sería de ayuda en caso de que necesitaran carnada, pero de resto mi presencia en cualquier misión era similar a tener una piedra en el zapato.
El doctor me pidió un momento a solas con Hange. Cuando salí noté que el pasillo estaba vacío y por más que traté de ser fuerte comencé a llorar desconsoladamente.
Tomé asiento luego de un rato y oculté mi rostro con mis manos. Estaba decepcionada de mí misma a pesar de que estaba consciente de que aquel incidente en Marley no había sido culpa mía, aquella lanza relámpago me tomo por sorpresa.