Sunoo acepta ser niñero de un pequeño de ocho años para poder pagar su escuela de teatro, pero no contaba con que el hermano mayor del niño traería tantos problemas y emociones confusas a su vida.
¿Cómo terminará esta historia?
➳AU.
➳ENHYPEN FIC
➳Us...
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Sunoo quedó fascinado. La casa de Park Jongseong era enorme. Pues se trataba de nada más que una mansión con dos piscinas, terraza elegante bien equipada, pistas de tenis y baloncesto, campo de fútbol, un merendero que se iluminaba de noche, cuatro jardines (uno en cada vertiente del terreno) que rodeaban al edificio principal... Incluso tenían un pequeño lago y cascada artificial en la zona más al sur, lleno de peces de todos los colores.
O eso fue lo que el guardia de la entrada les dijo al momento de advertirles que algunas áreas de la residencia estaban restringidas.
En fin...
La música sonaba a todo volumen y habían luces al interior de la mansión. Estaban reunidas muchas más personas de las que el pelinegro había imaginado en un principio y, siendo sinceros, esto ya comenzaba a darle un poco de miedo a nuestro amado protagonista.
Apenas entraron a la sala principal, una chica pelirroja sonriente y muy bien arreglada les entregó dos vasos de plástico color rojo a cada uno.
—¡Hay bebidas por todos lados, pero lo mejor está en la terraza!— exclamó eufórica, bailando con dirección a quién sabe donde.
Sunoo olió el contenido del vaso disimuladamente y se percató al instante que se trataba de alguna especie de "ponche" que contenía algo más que solo frutas y azúcar.
En realidad, no es como si Sunoo nunca hubiera bebido alcohol antes, porque sí lo había probado en una que otra fiesta de sus compañeros de escuela y por eso mismo sabía que su cuerpo no lo toleraba demasiado bien.
Su principal temor no era causar algún problema, sino sentirse mal la mañana siguiente, cosa que no podía hacer porque debía recoger a Teo de su escuela de verano a las dos de la tarde.
El pelinegro debía poner las responsabilidades por encima de la diversión, así que dejó el vaso en la mesa más cercana. Mientras que, por el contrario, Niki sí que le dio un sorbo a la bebida.
—Pensé que tendría mejor sabor.— pronunció, haciendo una mueca de disgusto que hizo sonreír a Sunoo.
—Trata de no beberlo demasiado rápido, no es...bueno.— aconsejó el más bajo.
Claramente no era bueno, solo bastaba con mirar alrededor para saberlo. Habían chicos recostados contra las paredes o sentados sobre el suelo a punto de quedarse dormidos por haberse pasado de copas.
El peliplateado hizo un gesto con la cabeza para que caminaran hacia delante para alejarse de aquella "perturbadora" escena.
Ambos empezaron a adentrarse más en la casa. Aún no estaban seguros de a dónde ir, pero en definitiva sería un lugar mucho más tranquilo que ese. Niki tomó el brazo de Sunoo, caminando hacia la puerta que los llevaría a la terraza que estaba junto a una de las piscinas.
Al llegar, habían personas divirtiéndose dentro y fuera de la piscina iluminada. Incluso en la esquina relucían un grupo de chicos que animaban con entusiamo a otros dos; a simple vista parecía algo importante pero en realidad solo competían por ver quién era capaz de acabar una jarra de cerveza más rápido.
