Óbito sonrió

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Óbito sonrió...

Sonrió cuando su pequeño cachorro de cabello dorado salto y se resbaló, cayendo sobre su trasero, volteandolo a ver enseguida con los ojos muy grandes y una mueca en su cara, sus mejillas tiñendose de un color carmesí.

- Ay - exclamó por lo que Óbito no pudo contener la suave risa llena de cariño que salió de sus labios.

Se acercó a paso lento aún riendo, el pequeño cachorro pareciendo querer llorar estirando sus pequeños brazos cuando estuvo lo suficientemente cerca. Óbito lo tomó entre sus brazos, el pequeño Naruto escondiendo su rostro en su glándula mientras se sostenía con fuerza de su ropa.

- Todo esta bien, mi pequeño - murmura girando suavemente su cadera para arrullar al niño - no estas herido, mira pero si tu eres muy fuerte y nada te lastima

El niño sollozo mientras alzaba su rostro del escondite para ver a su padre recién acuñado mientras este seguía intentando consolarlo.

- Mi cachorro es feroz - la mano libre se movió juguetonamente, peinando el alborotado cabello rubio sacando una sonrisa al cachorro.

El niño coloco su mejilla en su hombro y se dejó arrullar, sus pestañas lentamente pestañeando, Óbito teniendo que sacudirlo suavemente para mantenerlo despierto... Ante la cara que el niño puso, el Alfa sonrió con ternura.

- Pequeño Naru - llamó con diversión - Hoy has jugado mucho... Vamos con mamá, tienes que cenar y limpiarte.

Naruto no dijo nada, solo se acomodo más plácidamente en el pecho del hombre que ahora era su padre, que jugaba con él, que lo protegía y que lo amaba a él y a su madre.

Óbito sonrió...

Entrando a su casa con su hijo en brazos.

Oliendo la rica cena que su Omega hacía en la cocina.

Y escuchando a su pequeño hijo murmurar algo como "Papá ayúdame con mi brocoli"

Óbito sonrió...













































































































Pasado.

Sukea río alegremente, sus hombros sacudiendose al mismo ritmo que su hermosa risa, una mano en su estómago por el tiempo que se había prolongado su hilaridad.

Lindo...

Era todo lo que Óbito podía pensar mientras veía al joven Omega. La risa paró paulatinamente, una mano cubriendo sus labios torcidos aún para arriba con pena, mirando divertido hacia su persona. En un momento de debilidad, la mano enguantada de Óbito se alzó y acaricio suavemente la mejilla... sintiendo su pulso acelerarse, la electricidad traspasando su cuerpo por completo.

Óbito no podía dejar de pensar que si eso sucedía con una sola caricia, sin contacto piel con piel realmente, deseaba con ansias saber lo que se sentiría poner sus manos sobre la tersa piel del Omega, recorrer con sus labios cada centímetro... de saborear sus labios.

Deseaba tener tanto a Sukea... y no solo en lo sexual, deseaba tener todo con él. Incluso a veces se asustaba porque ni siquiera con Rin se había sentido de esta manera. Claro, había querido casarse con ella y formar una familia pero con Sukea... se veía verdaderamente en todas las etapas restantes de su vida. Quería casarse, quería complacerlo, quería hacerle el amor todas las noches, quería tener más hijos para que juguen con su pequeño Naru, quería... quería envejecer a su lado incluso.

Limerencia - ObikakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora