Capítulo 1// La noche que nos conocimos.
Cuando ellos se conocieron era una de las tantas noches frías de Diciembre.
Harry iba caminando en su forma de lobo.
La nieve caía sobre su pelaje marrón, sus patitas se sentían frescas con cada pisada que daban, sus orejas mojadas estaban atentas a cada mínimo sonido en aquella oscura calle. Ojos verdes vagaban entre cada arbusto, buscando algún ratón o incluso —si es que tiene suerte—alguna liebre salvaje para cenar.
Estuvo así antes de escuchar un bote de basura removerse con fuerza.
Por instinto, sus colmillos salieron junto a un gruñido antes de abalanzarse contra este, sin embargo, no era una liebre lo que se hallaba dentro, si no, un lobito blanco.
Uno asustado.
Un aullido imprevisto salió de su garganta antes de acercarse a olfatearlo.
Por otro lado, Louis estaba haciendo todo lo posible para no quejarse y hacer que el lobo lo ataque, y aunque no era muy común que hayan peleas entre la misma especie, sabe de antemano que algunos lobos son muy territoriales.
Y prefiere prevenir.
De repente, un pequeño soplido se hizo presente tras su pequeña oreja blanca.
El lobo, a quien reconoce como un alfa por el tamaño, empezó a golpear su hocico con su pata, dándole a entender que quería jugar con él. Pero aún tenía la duda ¿Por qué un alfa querría jugar con un omega a pocos minutos de conocerse?
Normalmente tendrían que pasar todo este ritual de olisquearse el uno al otro o incluso empezar una pelea territorial, pero este extraño lobo empezó a saltar a su alrededor, casi como si estuviera reclamándole el porqué no juega con él.
¿Será un lobo joven?
Deja de pensar y se acerca con cuidado, su cola y sus orejas estaban levantadas en señal de paz y armonía, su pequeña nariz negra se hundió en el pecho del alfa, quién se encontraba con el pecho al aire, esperando a que el omega lo huela y sintiera un poco más de confianza.
Su alfa rasgaba su pecho con desesperación desde que lo vio. Él sabe, lo reconoció al instante.
¿Él también lo sentirá? se preguntó
Sus patitas marrones golpearon delicadamente el hocico del omega una vez más antes de empujarlo amistosamente con la cabeza.
Ambos lobos empezaron a perseguirse en la nieve, aullando cuando uno lograba tumbar al otro.
Inevitable la nevada se hizo más fuerte y Harry tenía que volver a casa, se tendría que conformar con cenar la horrible sopa de verduras que su hermana le dejó en el refrigerador porque le da mucha flojera cocinar hoy.
La luna danzaba alrededor de ellos, dando en el mejor de los ángulos del lobito blanco, haciendo que sus ojos azules brillaran inevitablemente cual diamante.
Louis temeroso se acercó y raspó una pata en la nieve como despedida, pero cuando sintió que su paso era impedido por un cuerpo más grande retrocedió de inmediato, encontrándose con definitivamente el alfa más hermoso que haya visto en toda su vida.
Oh no.
Sus ojitos se cerraron al instante cuando se dió cuenta que el hombre frente a él estaba totalmente desnudo. Debería saber ya que cambiar de forma trae como consecuencia la desnudez. ¡Debería ser más precavido!
—Hey, soy Harry—saludó, tapándose sus partes íntimas con vergüenza—uh y-yo quería saber si querías acompañarme a cenar hoy, sé que suena extraño pero mi alfa y yo creemos que no es bueno que estés solo afuera a estas horas de la noche, si quieres puedes quedarte en mi casa hasta que la nevada se disipe un poco.
Parpadeó unas cuantas veces antes de asentir con la cabeza, aceptando la invitación. Si tuviera dónde ir probablemente le diría que no y se iría a su hogar, pero tomando en cuenta que justamente hoy lo sacaron de casa no se ha puede permitir a si mismo rechazar cobija alguna.
La luna escogió una manera singular de cruzar ambos caminos, al parecer.
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La casa era algo grande, básicamente era como una cabaña pero moderna, la parte delantera era muy hermosa a pesar de estar llena de nieve, lo suficientemente grande pero pequeña a diferencia de las otras casas, basada en baldosas y macetas con plantas, algunas partes del piso principal tenían pasto, un pequeño jardín se encontraba antes de la entrada, los pequeños faroles alumbraban con una tenue luz amarilla, dándole el ambiente hogareño que siempre anheló tener en su propia casa.
Todo se sentía tan tranquilo.
Louis, quien aún seguía en su forma de lobo, sacudió su pelaje al mismo tiempo en que Harry lo hizo.
Entraron con rapidez, el lobo blanco aullando con sutileza cuando sus patas mojadas hicieron contacto con el piso, causando que se resbalara por un breve momento.
Al voltear vio a Harry abrigado, con un suéter blanco con estampado de una oveja y unos pantalones negros de algodón. En sus manos traía lo que parecía ser ropa para él.
—Yo... te traje ropa para que puedas cambiarte en- en lo que cocino algo para cenar—mentiroso, susurró su alfa—¿te parece? Puedes cambiarte en el cuarto de huéspedes.
Raspó una patita en el piso en señal de estar de acuerdo, siguiéndolo hasta donde supone es la habitación de invitados.
—Bien omega, tómate tu tiempo.
Sin decir nada más salió del lugar, dejando al lobito solo, sentado y procesando todo lo que ocurrió en menos de 2 horas.
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Shall we look at the moon, my little sun?
Random-¿Deberíamos ver la luna, mi pequeño sol? La luna escogió una manera singular de cruzar ambos caminos, al parecer. [O dónde Louis se queda sin hogar a finales de diciembre y encuentra a un Alfa que acepta acogerlo en su casa]