Prólogo

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Prólogo

-Hoy la luna es hermosa, ¿no lo crees?- En el balcón de una mansión lujosa, un hombre de edad avanzada hizo una pregunta aparentemente a la nada, mientras sostenía una copa llena de vino entre sus manos.

-Varios nobles ya han muerto, así que supongo que es mi turno.-

-Vamos no seas tímido. Ya he preparado mi cuello. ¡Pero cielos! pensar que el imperio se preocuparía por un anciano como yo, eso solo lo esperaba cuando estaba en mi cenit, no en mi senectud- Hablaba en tono de broma.

-Tal vez me haces un favor, de cualquier manera ya he perdido todo -

Deshaciendo su corbata y después desabrochándose los botones del cuello de su camisa, continuó en el mismo tono burlón.

-Hazlo ahora, supongo que debes tener una agenda muy ocupada y no quisiera hacerte perder tu tiempo-.

De las sombras hubo una respuesta.

-Es bueno querer morir con una sonrisa, eso es envidiable; pero desafortunadamente anciano, hoy no es tu día. Te equivocas en algunas cosas. ¿Quieres que te diga en qué?-.

-Por favor, si fueras tan amable te lo agradecería mucho- contestó el anciano haciendo una ligera reverencia siguiendo el curso de la conversación, parecía bastante entretenido aunque aparentemente su vida estaba siendo amenazada.

-Primero no soy un enemigo, no vengo del imperio-.

-Segundo esos nobles, eran traidores a la corona de este país, a diferencia de usted-.

-Tercero y más importante si usted muere ¿quién me ayudará con mi venganza?

-Vaya, vaya, yo también tengo algo que decir- la respuesta del hombre mayor no se hizo esperar.

-Primero aunque sea verdad lo que dices de no ser enemigos, no necesariamente somos amigos, incluso aunque provengas de un país aliado-.

-Segundo no me interesa más lo que le pase al Reino, como dije ya he perdido todo-.

-Tercero y más importante todavía no soy lo suficientemente senil para ayudar a un loco completamente desconocido- Su voz se había vuelto más grave.

Desde las sombras una persona salió vestida totalmente con una túnica negra, con una capucha que cubría su cabeza y ocultaba su identidad, respondiendo con una voz suave habló.

-¿Anciano cambiaría de idea si no fuera un desconocido?- Quitándose la capucha mostró su rostro, cabello oscuro y largo, tez ligeramente pálida, ojos negros, nariz refinada y menuda así como labios pequeños.

Al mismo tiempo levantaba su mano derecha, en la que sostenía un dije con el grabado de un escudo de armas, en la parte central se encontraba la figura de un cuervo con un ojo de rubí; a cada lado tenía una hoz y una rosa, con un margen remarcando alrededor toda la figura.

El anciano por primera vez perdió su temple al ver su rostro y el escudo de armas, dejó caer su copa, apuntando a la otra persona.

-No puede ser, tú...tu eres Je...- Su voz flaqueó no podía articular palabras.

-Soy Jean Nox Crow, el nieto de su mejor amigo- declaró con convicción la persona vestida de negro, al mismo tiempo que la gema en su escudo de armas brillaba.

El anciano perdió toda precaución acercándose con las manos extendidas, sostuvo el rostro de Jean, observándolo como si fuera a desaparecer en cualquier momento.

-No soy un fantasma, soy real, Anciano Wilkens- susurró el joven.

En ese momento lágrimas se escaparon de los ojos del Hombre de edad, al mismo tiempo que abrazaba fuertemente a Jean.

- Si claro que eres tú, el nieto de mi mejor amigo...-.

- ¡Tienes muchas cosas que contarme!-

- Claro, pero ahora tienes que descansar anciano, tu corazón, ya no está para muchas sorpresas, mañana te diré todo lo que quieras saber.

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