Epílogo

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EPÍLOGO

Aunque durante dos días más se suspendieron las clases, eso no evitó que Jean junto con las demás señoritas acudieran al lugar de siempre a almorzar en compañía de los duendecillos.

El joven fue bombardeado con múltiples preguntas, principalmente las relacionadas con su estado de salud y la apariencia que tomó durante la pelea, al escuchar que usó su nombre mágico para liberar su poder las tres jóvenes se impresionaron y le pidieron que lo volviera hacer para que ellas lo pudieran ver.

Ese mismo día en la tarde acompañó a Leil Rewn a la central de los caballeros, donde Jean detectó a un solo traidor que intentó darse a la fuga, pero fue atrapado por su líder.

La transformación del caballero traidor no estaba completa, su rostro era una mezcla de un horrible pez y el propio.

En el cuarto de interrogación donde sólo tres personas se encontraban, Leil, el traidor y Jean quien usando la flama púrpura revirtió al hombre a un estado más humano causándole indescriptible dolor, sacando una confesión entre sus gemidos, gritos y maldiciones que confirmó las palabras del Joven.

-En ese caso ya no me sirves más- Sacando su guadaña de fuego después de obtener toda la información disponible Jean intentó deshacerse del hombre, el cual empezó a rogar por su vida-.

-Él es uno de mis hombres, yo me encargaré de darle el castigo apropiado-. Colocándose entre el traidor y el arma de llamas Leil detuvo a Jean.

-¿Hombre?, ¿En verdad le parece que esta cosa es un hombre?, Le recuerdo que por su culpa muchos murieron sin que tuvieran la oportunidad de prepararse y aun así insiste en defender a esta abominación-.

El tono frío del joven que se encontraba delante de ella estaba cargado con odio e impiedad, que no encajaba con su edad ni frágil apariencia, en ningún momento dudó o bajó sus armas, algo en él la hizo temer y un sudor frío recorrió su espalda.

-Yo soy su líder, dejaré que sus compañeros decidan el castigo, ¿No crees que sería injusto quitarles ese derecho?- Ella intentó abordarlo de otra manera.

-Me parece justo-. Jean desapareció su arma preferida y dando la vuelta se retiró.

Al día siguiente las clases se reanudaron, al final de ellas se hizo una pequeña ceremonia privada en la dirección con únicamente cuatro integrantes (los mismos de la reunión pasada), donde fue obligado a participar.

Leil Rewn, como representante del Orden De la Ciudad Lux, le colocó una medalla de oro con una insignia de un Grifo.

Todos los presentes lo felicitaron. Después de unos momentos la capitana Maeru y él se retiraron, quedando sólo la directora y la Líder Caballero, en el pasillo Jean se topó con un hombre vestido con ropas lujosas, de tez blanca, cabello negro, ojos cafés y obeso, que le cortó el paso.

-¡Así que tú eres el asesino de mi hijo!-. El hombre le abofeteó, la Capitana quiso intervenir pero el joven levantando su mano la detuvo.

-¡Cómo te atreviste a tocarlo miserable!- Continuó abofeteándolo.

-Es un placer verlo de Nuevo Lord Tartem, pensé que no había podido escapar de Le Morte-. El joven con una actitud burlesca se comunicó con el noble, el cual detuvo su ataque y retrocedió asimilando las palabras del asesino de su hijo.

-Tú... ¿cómo sabes?...-. El Lord retrocedió unos pasos más, en su rostro se podía ver la sorpresa.

-Discúlpeme, "Respetado Señor", ¡Qué tonto soy!,. Es obvio que con esta apariencia no me podría reconocer, por lo general en el coliseo siempre vestía de negro y usaba una Hoz o una Guadaña para segar la vida de mis oponentes-.

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