|ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟜|

35 7 6
                                    

- Un perro... era un perro...

- Tranquilo Tomioka, no te vuelvas paranoico por una bola de pelos- su compañero de trabajo, Uzui Tengen, intentaba... "animar" a su colega de trabajo, pero este parecía algo, traumado.

- Pero yo pensé, que era un padre joven... y me preocupe, yo-

- Giyuu, cálmate, saca eso de tu cabeza, ya paso- su paciencia se estaba agotando.

- Pero es que no lo entiendes, el-

- ¡Tomioka! e tenido muchas novias, se lo que siente que una llegue diciendo que tiene un bebé.

- Yo no me sentiría muy orgulloso de eso...

- ¡Estamos hablando de tu trauma! ¡No del mío!- solo pudo ver como el contrario se paraba de su asiento y salía caminando algo... moribundo, hacia la pequeña cafetería del edificio donde trabajan- Dios... todavía no es temporada de mosquitos, pero parece que a este ya le chuparon toda la sangre... mírate, estas pálido, deja te traigo un café, a ver si recuperas color...

Se paro de su asiento y fue por una taza de cafe, mientras el otro solo lo seguía con la mirada todavía un poco tieso.

Volvió a ver en la dirección que su compañero se había retirado, y lo vio volviendo con la taza de café.

- Oye Tomioka, ¿como me dijiste que se llamaba el tipo que estaba con el chamaco?

- Sanemi...

- Tch... el nombre me suena, pero no se de donde... ¿cómo era?

- Bueno... tenía el pelo blanco, cicatrices por su rostro y brazos, ojos morados- fue interrumpido por un repentino comentario de su compañero.

- ¡Espera! ¡Si lo conozco!

- ¿Enserio?- a este se le veía confundido, pero no sorprendido, ya sabía que Uzui era una de las personas más extravagantes del mundo y quería que todos lo conocieran. No había ninguna persona de este mundo que Uzui no conociera.

- ¡Si! Fuimos compañeros en la preparatoria, era muy amargado y siempre me cortaba las conversaciones con un "Me vale verga tus mamadas" o aveces me decía "¡Deja de chingar puta madre!" Y se iba, la verdad me caía mal, pero aún así me gustaba molestarlo con mi maravillosa presencia.

- El ego Uzui, el ego...

- ¡Ya se! Ya se, aveces soy inalcanzable- dijo mientras se limpiaba una lagrima fingida y su compañero se acariciaba el puente de su nariz algo fastidiado. Esto pasaba todos los días, al platinado siempre le gustaba presumir de su belleza, mientras que el pelinegro solo lo escuchaba y le ponía los ojos en blanco.

- No cambiemos el tema por tus estupideces- ahora era el al que se le estaba acabando la paciencia.

- Mi belleza no es una estupidez, Tomioka, es un 'encanto', todas caen por mi, hasta tengo chicos en línea de espera.

- Uzui- su paciencia estaba al límite y su voz sería hizo que el mayor se diera cuenta de esto, bajando un poco su orgullo.

- Ya, ya entendí, sigamos con tu trauma.

- No es un trauma, solo me tomo por sorpresa- le dio un sorbo a su café.

- Pues esa sorpresa te cayo de pelos, que llegaste como un muerto en vida diciendo "era un perro..." y con la cara de "me voy a matar".

- Dejate de pendejadas Uzui y tómatelo enserio.

- ¡Me lo estoy tomando enserio! Que tú llegarás con la cara de espanto es otra cosa diferente- una mirada mal vasto para advertirle que se callara- Mira Tomioka- le agarró el hombro a al contrario- Olvídate de ese incidente, va ser mejor para tu salud mental y una razón menos para que te quieras tirar del décimo piso.

{[𝕋𝕖 𝔼𝕟𝕔𝕠𝕟𝕥𝕣𝕖́ 𝕖𝕟 𝔼𝕤𝕥𝕒 𝕍𝕚𝕕𝕒]} 𝔾𝕚𝕪𝕦𝕦𝕋𝕒𝕟 :3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora