OJO: LEER N/A AL FINAL DEL CAPÍTULO.
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Jung-Hwa tiró la lata vacía a un lado, alimentarse únicamente de comida enlatada era agotador, pero práctico. Se puso de pie con una mueca de dolor, tomando la pistola con su mano derecha y bajando al sótano de la casa, cuando encendió la luz la habitación quedó iluminada precariamente, dejando ver solo lo necesario, el cuerpo tembloroso y sucio de la doctora Callie Taylor.— Hola, doctora— dijo, acercándose a ella y apuntándola con el arma— es hora de trabajar.
La noche en que Jung-Hwa había recibido el disparo, había terminado quedándose tirado en la parte baja de aquel edificio alejado de la mirada humana, por naturaleza curiosa, pero cuando la Dra. Taylor había ido para visitar a una paciente a quien le había cogido cariño debido a los dos años que pasó atendiéndola, Jung-Hwa vio su oportunidad. Con dificultad se había parado y esperó a que la doctora fuera a entrar a su auto para amenazarla con la pistola, sintiéndola temblar y suplicar sin sentido, pues él no estaba dispuesto a escucharla.
Luego de haberla amarrado y sentado apropiadamente en el auto, la amenazó para que respondiera honestamente a toda sus preguntas, haciéndola darle la dirección de su casa y sincerándose sobre que vivía sola con su gata, no tenía pareja y a sus padres los llamaba ocasionalmente, nadie iría a buscarla a casa, excepto por llamadas del trabajo, para lo cual Jung-Hwa la hizo enviar un correo formal dimitiendo por motivos personales de urgencia absoluta, que hicieron que nadie investigara de más.
Se instaló en su casa y la hizo curarlo a punta de pistola, encerrándola en el sótano y agotando sus suministros alimenticios luego de las primeras dos semanas, haciendo que volviera para buscar su moto y usando el dinero que encontró en la casa para comprar grandes cantidades de comida enlatada que evitaran que él tuviera que salir.
Cada día iba dos veces a verla para que ella le curase la herida, alimentándola una vez por día y dejándola bañarse una vez por semana ante su atenta e indiferente mirada, pues no la deseaba en lo más mínimo, simplemente no la dejaría sola para que planease nada o utilizase algún objeto en su contra.
— Está peor, la infección está empeorando— exclamó ella al destapar la venta de la herida y ver el color negruzco que recorría los bordes del corte y el tono verdoso que se mezclaba con rojo en la zona alrededor de este.
— Pues haz algo— ordenó Jung-Hwa, presionando el cañón de la pistola en la frente de la chica, despejada de todo cabello gracias a las trenzas africanas que había enrollado en un moño que se sostenía solo.
— No puedo hacer nada aquí, solo limpiar, desinfectar con alcohol y darte medicamentos orales, que no ayudarán en tu caso— explicó ella, mirándolo con temor— Necesitas un hospital— recomendó, no por primera vez desde que la había secuestrado.
— No— bramó él por lo bajo— Nada de hospitales, has lo que puedas— indicó, presionando más el cañón y Callie solo suspiró, asintiendo levemente y forzando a sus manos temblorosas a curar la herida como todos los días— Solo necesito unos días más— murmuró Jung-Hwa entre dientes, resistiendo el dolor y dejando que su mente divagara por lo que haría a continuación.
oOo
Yahwi se observó frente al espejo, cerrando el chaleco gris que usaba encima de la camisa blanca, contrastando junto con la americana gris con la corbata azul prusia que se cerraba en su cuello. Usaba botas de vestir, que eran factibles para la nieve, su ropa tenía tres capaz de telas, preparadas para invierno, e igualmente usaría guantes y por encima un abrigo gris oscuro de doble forro y largo. Estaba acomodando su cabello cuando otra persona apareció en el reflejo del espejo.
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Mi verdadero Yo
FanficRoto. Así se sintió cuando la persona a la que amaba lo acusó. Perdido. Así se quedó cuando aquel causante de sus sentimientos se alejó. Solo. Así se consumió a sí mismo, sin saber qué más hacer. El dolor era demasiado, podía señalar perfectament...