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Yoon JeongHan caminaba tranquilamente por los pasillos del instituto, saludando amablemente a las personas que lo hacían primero, con aquella sonrisa tímida y mejillas rosadas.

Joshua lo veía caminar del otro lado, sentado en las sillas de piedra bajo el árbol más grande que había en el jardín trasero.

─ Míralo, siendo lindo y adorable. ─murmuró, achicando sus ojos hacia él─ Es perverso.

Su mejor amigo Hansol no pudo evitar reírse mientras miraba a JeongHan del otro lado hablar con una chica que se había caído. La ayudaba a levantarse, incluso empezó a caminar junto a ella, seguramente para asegurarse de que llegase a su salón sana y salva.

─ De verdad que no entiendo tu odio hacia Cheonsa. ─comentó el castaño, llevándose una papa frita a la boca.

─ ¿Cheonsa? ─repitió el pelinegro, mirándolo confundido.

─ Ah, es su apodo. Se ve como un ángel, por eso Cheonsa.

Joshua hizo una mueca─ Qué tonto.

Volvió a reírse─ Sí, ultra tonto, Gentleman.

Joshua rodó los ojos─ Supéralo, es algo que no controlo.

Se encogió de hombros─ Deberías darle una oportunidad, no es mala persona.

─ ¿Has hablado con él?

─ No...

─ Buen muchacho. ─se levantó, colgando su mochila negra sobre su hombro─ Nos vemos.

Pateaba una lata vieja por su camino a casa, con las manos en los bolsillos y la vista fija en la calle, recordando los trabajos que tenía para esa semana. El proyecto de química, el resumen de historia, el examen de inglés...

Ser estudiante era duro.

Pateó más fuerte aquella lata, apretando los puños y cerrando los ojos un momento, pero un pequeño quejido lo hizo regresar a la realidad; un chico en cuclillas a unos pasos de él se encontraba frotando su cabeza. Joshua se acercó, viendo la lata a un lado.

─ Hey chico, ¿Estás bien? ─inquirió, mirando la cabellera rojiza.

El chico lo miró sobre su hombro, para luego levantarse y darse la vuelta para verlo. Tenía un pequeño gatito en sus manos.

─ Eh sí, gracias. ─sonrió con timidez.

Claro, por supuesto, tenía que ser Yoon JeongHan frente a él con aquella estúpida sonrisa. No tenía nada en contra del chico, pero tanta felicidad... no era normal, nadie podía estar sonriendo todo el tiempo.

─ Ajá. Yo lancé esa lata. ─la apuntó─ No te vi, así que lo siento.

JeongHan miró unos segundos la lata vieja antes de volver a los ojos con rasgos americanos frente a él. Asintió lento, intentando no mirarlo a los ojos porque entonces se podría nervioso, pero sus mejillas lo traicionaron, pues se habían encendido.

─ No hay problema. ─volvió a sonreír─ Creo que no debí haberme puesto en tu camino. Sólo quería que a Doori le diera el aire fresco. ─acarició al gatito─ La culpa es mía, lo siento mucho.

¡No! Él no tenía la culpa, ¿Por qué carajos se disculpaba? Joshua aplanó los labios, mirándolo sin expresión.

─ Ajá.

Dio un leve inclinación para luego girar y retomar su camino.

─ ¡Qué tengas un buen día, Joshua! ─se escuchó su dulce voz.

Aceleró el paso sin mirar atrás.