IV

932 76 43
                                    


En el jardín todo fue luces y colores, poco duró el contacto entre el Sultán y un joven sirviente que le ofreció un tesoro. Meng Yao se puso de pie con la caja de bronce en sus manos y se retiró sin dar la espalda a Sus Majestades. Lan Xichen regresó en sí y dirigió su mirada a su tío para continuar con la conversación, no sin antes sonreír a una sombra que se alejaba lentamente.

—Bien, llévate eso— ordenó la señorita Bicao a Meng Yao —Entrégaselo al chambelán del Sultán

Meng Yao asintió y caminó en dirección a Nie Mingjue, el cual lo observó a detalle mientras se acercaba.

—El tocado de Su Majestad— dijo Meng Yao ofreciendo la caja.

Nie Mingjue la tomó y juzgó con la mirada. Este sirviente era... diferente... sí, diferente a muchas de las mujeres y donceles que le habían ofrecido al Sultán.

Pequeño, tierno y joven... curioso el gusto de Su Majestad

Meng Yao reverenció y se dio la vuelta para seguir a Bicao, nuevamente al interior del palacio.

—Tío, necesito expresar mi inconformidad con un evento acontecido— comenzó Lan Xichen con seriedad —Recuerdo haberle mencionado a mi padre, hace algunos años, que no quería recibir visitas nocturnas. Aun en Manisa, él había buscado a alguien que controlara mi harén para hacerlo. Y ahora, que soy Sultán, me es decepcionante saber que usted también quiere controlar mi vida privada

—Xichen— murmuró entre dientes el viejo Lan —tú más que nadie debería saber que si lo hacemos es para que esas muchachas y donceles puedan darte hijos, hijos que son importantes para mantener la Dinastía

—Sí, lo entiendo— replicó desesperado —¿Y acaso no hice lo que me dijeron? Ya tengo un hijo, ¿qué más quieren?

—Sobrino, entiende, y si algo le pasara a tu hijo, que Dianxia no lo permita, ¿qué sucedería con nuestro Imperio?

—¿Y si no le pasa nada y tengo más hijos? Se tendrían que matar unos a otros por el trono. Eso está fuera de mi limites. No quiero ver que se maten entre ellos.

—Que tengas hijos no quiere decir que todos nacerán varones. Pueden nacer mujeres o donceles y eso no afectaría la ascensión al trono.

—¿Hijas para casarlas por política como mi hermana Lan Yi que vive hasta la frontera? ¿Donceles para que tengan que casarse con Visires como mi hermano Xingchen? Nada garantiza que los varones nazcan como donceles. El que la ascensión de mi padre no haya derramado sangre no quiere decir que así será en la siguiente generación. Si no fuera por mi difunto padre, el destino mío y de Wangji pudo haber sido diferente

—Bien, si no quieres que tus hijos se enfrenten haz lo mismo que tu padre— clamó Qiren molesto. A sus ojos, su sobrino se estaba volviendo salvaje. Ya había perdonado la vida de su hermano, había rechazado las ofertas del harén y ahora le alzaba la voz, ¿qué otras reglas pensaba romper?

—Él sólo amó a mi madre y no volvió a tener otras parejas, ni siquiera cuando ella murió

—Ahí lo tienes. Si no quieres enfrentamientos, que todos tus hijos sean de la misma persona y tal vez sigan tu ejemplo en el futuro. Pero eso sí te lo pido Xichen, si no quieres concubinas o concubinos, por lo menos ten más hijos con Wanyin

—Tío, ya hablamos de eso con mi padre, incluso estuviste ahí

Lan Qiren suspiró y negó con la cabeza. Lan Xichen se seguía reusando a continuar con las reglas y tradiciones por más que le explicara el beneficio. —Bien, bien... seguramente heredaste lo romántico insensato de tu padre— dijo masajeándose el puente de la nariz, con la cabeza gacha, desganado de seguir intentando convencer a su sobrino —Entonces encuentra a tu amor de cuento hadas y haz lo que quieras. A final de cuentas, en mis manos no está si se cae o no este Imperio

Oh! my SultanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora