XII

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~Casa del Embajador veneciano

—El Gran Visir Dong Pasha declaró que los nuevos impuestos sobre el comercio de nuestra mercancía serán vigentes y amenazó con boicotearnos— Dictaba a su escribano el embajador veneciano Qin Cangye —Nos informó que el Sultán está construyendo nuevos cañones y el rey Jin Guangshan, que decapitó al emisario de Gusu Lan, ha cometido un acto de locura. Temo la violenta respuesta de Gusu Lan. De hecho, ya han comenzado sus preparativos para atacar el palacio Jinlin

La rápida mano del escriba movía la pluma de un lado al otro. El embajador estaba apurado por informar de la pronta guerra a su rey. Su casa de asilo tenía un hermoso aspecto occidental, lleno de pinturas y frescos. Destacaba un cuadro sobre la chimenea donde estaba retratado el castillo de Venecia.

Cangye movió sus manos nervioso durante el dictado, en el fondo, temía que la guerra afectara a su país de manera indirecta.

*

—Con que... ¿una guerra?— preguntó Lan Qiren antes de dale un sorbo a su copa de té —No creí que fuera tan pronto

—Nie Mingjue me lo informó hace un momento— habló Su She, de pie frente a Qiren —La guerra no será contra Rodas, será contra Hungría. El objetivo principal es derrocar el castillo de Jinlin Tai, en la región de Lanling

—Sigo pensando que aún es muy pronto. Xichen apenas está consolidando su poder... una campaña militar demasiado lejos podría traer consecuencias indeseables. Ahora que Wangji sigue siendo parte del Imperio, los traidores pueden surgir de entre las paredes para derribar a nuestro Sultán— comentó el "viejo" peinando la barba con las cejas llenas de preocupación —Lo que más me preocupa es que Xichen aún no ha tenido otro heredero, ni siquiera Wangji, y mi nieto Mao aún es muy pequeño. Si algo le sucede a alguno de los tres, este imperio entrará en crisis

—¿Qué sugiere, Su Majestad?

El mayor guardó silencio por un momento. Su mente se concentró en los escenarios posibles buscando alguna resolución. El resto del té en la taza se estaba enfriando en la pequeña mesa frente a él. Su She notó esto e indicó a una de las criadas que cambiara el té tibio por uno más caliente.

—No podemos evitar la guerra, pero... podemos hacer que el Sultán conciba otro heredero en el tiempo previo a la campaña. Sin embargo, vaya o no Wangji a la campaña, limiten sus visitas nocturnas. Wangji no puede tener hijos aun, las reglas de Yunshen así lo demandan... ni siquiera si estuviera gobernando una provincia

—Pero, Su Alteza está en todo su derecho. ¿No quería usted que Su Alteza también tuviera sus herederos?— intervino Su She con curiosidad.

—Claro que sí, Su She. Pero no tenía en cuenta esta guerra contra Hungría. Si fuera contra Rodas, habría suficiente tiempo para que se diese la guerra y Su Majestad enviara a Wangji a gobernar alguna provincia. Pero ahora... Si Wangji tiene un príncipe, él estará en directa competencia con Su Majestad. ¡Calamidades vendrán a nosotros, el régimen, funcionarios y el estado se dividirá!— se exaltó Qiren poniéndose de pie —Los partidarios de ambos chocarán y las traiciones estarán a la orden del día. ¿Quieres que los pongan en contra?

Su She bajó la cabeza sin dejar de mirar a Qiren y sacudió la cabeza para decir que no. Lan Qiren sólo le dio un vistazo indiferente y se giró hacia la puerta que daba a la terraza.

—Además, Mao tendrá competencia directa— resopló el doncel mayor, reflejó frustración en su rostro pero su postura permanecía impecable como siempre —Me esperaba algo como esto... todo se fue por la borda cuando Xichen perdonó la vida de Wangji...— movió la cabeza en negación —Todo esto pasa por no seguir las costumbres y reglas de nuestros antepasados...

Oh! my SultanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora