XIX

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Oh no, todo estaba patas arriba en el palacio de Yunshen.

Lan Qiren se apresuró a los aposentos del Sultán para ver que estaba sucediendo. Esperó un poco en la puerta hasta que la mayoría de la gente saliera de la habitación. Salieron doncellas y doctores, todo pintaba muy mal. Entró y asomó la cabeza hacia la cama. Ahí, con la cara de desesperados, estaban sus dos sobrinos a la espera de una mejoría de sus chicos.

—¡¿Qué sucedió?!— exclamó, ganándose la mirada agresiva de ambos sobrinos. —¡Oh bien! No debí preguntar.

—¿Te parece poco por lo que estamos pasando?— intervino Lan Xichen con la voz quebrada.

—Vamos, no se pongan así. Son sólo concubinos— reclamó Qiren y eso fue un error.

—¿Solo concubinos?— Los ojos incrédulos de Xichen se posaron fríamente sobre su tío.

—¡No es sólo Wei Ying!... ¡También es mi hijo!— agregó Wangji con una emoción semejante a la de su hermano.

Qiren calló por un momento. Se relajó para buscar mejores palabras. Sus sobrinos estaban demasiado alterados. La mirada de Xichen era agonizante, se mantenía sosteniendo la cabeza de Meng Yao. Lan Wangji tenía las cejas fruncidas y no dejaba de apretar la mano de Wei Ying.

—¿Cómo pasó esto?— se acercó Qiren por el lado de Xichen y miró más de cerca a los concubinos. Meng Yao estaba completamente rojo y sudado mientras que Wei Ying estaba pálido y con mirada perdida.

—¿Parece poco que hayan sido envenenados?— respondió Xichen regalándole una mirada dolida a su tío. —La comida estaba envenenada... Es probable que hayan querido asesinarme

Lan Wangji levantó la mirada expectante. Hasta ahora no se le había pasado por la mente que el caso hubiera sido un intento de asesinato para su hermano. Sintió una corriente de temor, nunca había estado tan cerca de un intento de homicidio a su familia.

En ese momento ingresó Nie Mingjue, estaba completamente asustado por el sorpresivo llamado. Él, que había estado noviando hace unos momentos, había estado ausente de todo el relajo causado en el palacio. Así como lo ven de grandote y serio, había aprovechado que todos estaban ocupados para fugarse al jardín en intercambiar una pocas palabras con la joven princesa. La doncella lo había convocado a escondidas y él no pudo negarse.

La adorable pareja tuvo que separarse demasiado pronto porque Mingjue fue convocado con carácter de urgente. Qin Su esperó un momento más y también ingresó a los aposentos de su hermano para enterarse de la emergencia. La chica tuvo una reacción más natural a la de todos los demás y se preocupó por la salud de los chicos.

—¿Dónde estabas Mingjue?— preguntó con tono molesto Lan Xichen.

—Lo siento mi señor. Todos se fueron a descansar y salí a tomar un poco de aire fresco...

Xichen se levantó de su lugar y se acercó a Mingjue para jalarlo del brazo y llevarlo a un costado de la habitación. Lo miró con enojo y le habló a voz baja pero con tono irritado.

—¿Puedes creerlo? Ellos fueron envenenados. Quiero que busquen al responsable... Quiero su cabeza

El sanguinario Xichen era algo nunca antes visto. La enfermedad, llamada Meng Yao, lo había transformado en un ser desconocido para todos. Mingjue nunca había escuchado a su amigo pedir la cabeza de otro ser humano.

—Pero no sabemos cómo sucedió— contestó Mingjue —Quizás fue un accidente y no intencional

—No digas que fue intencional... El veneno estaba en los postres que exclusivamente pido para Yao, yo vi como ambos lo comieron y terminaron así— los ojos de Xichen eran feroces, desprendían llamas y sed de justicia para su chico y la familia de su hermano. —Escucha, vas a encontrar a quien quiso matarnos— ordenó y Mingjue no tuvo más que agachar la cabeza y asentir.

Oh! my SultanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora