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—Cuéntame un poco sobre ti. Todo lo qu digas se quedará en estas cuatro paredes, deseo que podamos ser amigos.—pronunció el doctor observando a Jungkook, quien estaba acostado en un mueble cuando este claramente le pidió que se sentara en la silla cerca que su escritorio, pero si se sentía cómodo, estaba bien.

—Me pide demasiado.—respondió suspirando.

—Puede ser algo mínimo, no necesitas decirlo todo.—insistió.

Los ojos del pelinegro se perdieron en techo color marfil del consultorio.

—Bueno.—accedió intentando reunir sus pensamientos en algo concreto.—Todo comenzó cuando nací.—dijo con pesar.

El psicólogo que lo derivó, solo había indicado que tenía una depresión severa a causa de su rompimiento.

¿Se habría equivocado?

—Es que cuando era pequeño, Yoongi y yo recibimos dos muñecos pimpollos, uno azul y otro rosa. Se supone que el rosa era mío, pero él vio cuando nuestros padres los envolvían.—explicó.—Entonces, cuando tocó la hora de repartirlos, él tomó rápidamente el rosa y mamá dijo que no era suyo, pero por ser el menor, lloró y lo dejaron tomarlo.

El psiquiatra se desconectó del mundo, no entendía nada.

—Es por esa razón que pienso que mi vida es tan desafortunada, el pimpollo azul solo me trajo infortunios. Ha sido una vida de constantes caídas, sumándole mi capacidad de razonamiento, es complicado.—Sus manos se movían en el aire mostrando un panorama que su doctor no tenía claro.—Se llama Park Jimin, tiene casi veintinueve años, yo soy menor, es por eso que los hombres de su edad tienen ventaja sobre mi, sus pretendientes simplemente eran perfectos. Para ser sincero, mi mente se nubló tratando de demostrar que soy todo un adulto funcional que puede hacer feliz a Jimin. ¿Cómo se le dice a eso de que no puedes llegar a la talla de otro?

—¿Enano?—Su paciente tenía una forma de hablar un tanto extraña.

—No tan objetivamente, doctor.

—Complejo de inferioridad.—Los ojos del menor se abrieron con felicidad y asintió frenéticamente.

—Yo tengo un severo problema con eso y es básicamente el motivo por el cual perdí a la única persona por la que podría morir sin dudarlo, y no me entiendo, porque sentía que sin él nada tenía sentido, pero por intentar alcanzarlo, yo lo perdí de vista. Lo alejé, es contradictorio, es estúpido. Diga de una vez que no hay cura para mi idiotez.—ordenó sentándose.

—Jungkook, no seas tan cruel contigo. Eres humano, todos nos equivocamos, algunos más que otros, pero cuando fallamos, es importante saber levantarnos, algunos lo hacen solos y otros vienen a lugares como estos donde reciben un poco de ayuda para hacerlo.

—Ha pasado un año y medio y él ya tiene a alguien más desde hace cinco meses. Solo he sido yo quien no pudo superarlo, es ilógico, me olvidé tan fácil de él cuando me enfoqué en ser alguien del que pudiese estar orgulloso.

—De cierta forma lo tuviste presente y te esforzaste por ser mejor, pero no de la mejor manera.—Tomó su iPad y comenzó a dibujar algunos trazos en él.—Ven, te lo explicaré.

Jungkook se levantó y se sentó nuevamente, pero esta vez frente a él.

—Este eres tú.—Marcó una especie de muñequito con un par de patitas y bracitos enclencos.—Y este es Jimin.

—¿Puede dibujarlo un poquito más cerca a mi?—preguntó y este se negó.—¿Él es como la cabeza de la pirámide?

—Déjame llegar al punto, solo dame un momento.—pidió.—Bien, aquí están los pretendientes de Jimin.

Hate Everything Donde viven las historias. Descúbrelo ahora