Dos

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Días después

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Días después.

Chan respiró hondo y tocó a la puerta. Una respuesta suave sonó a través de la madera pesada, pidiéndole que pasara y él entró.

Felix estaba sentado en la cama, sus piernas estiradas, y tenía un libro en sus manos. Inmediatamente miró hacia arriba y se puso más alerta cuando Chan entró en su dormitorio.

―Hola – dijo.

―Hola – respondió Chris y él cerró la puerta, pero no la bloqueó o entró más en la habitación.

Él no podía pensar en cómo explicar lo que quería explicar. No podía pensar en algo que decir en absoluto.

Esto me está matando, parezco tan torpe.

No había pasado mucho tiempo cuando él y Felix habían estado tan enamorados. Ellos no tenían dificultades como esta después de ser acoplados durante un corto periodo de tiempo.

Cuando Chris no dijo nada durante unos minutos, Felix miró hacia abajo en sus rodillas.

―¿Quieres que me vaya?

Los ojos de Chris se ampliaron cuando él miró fijamente al hombre que amaba, que parecía tan derrotado, dispuesto a darse por vencido. Eso solo molestó a Chan.

―¿Tú sólo renunciarías a nosotros? ¿Así? Después de tan poco tiempo, ¿se acabó?

Felix le miró de vuelta.

―Me has dicho claramente que no quieres tener cachorros conmigo. Has dicho que sería demasiado débil para llevarlos, no vienes a la cama por la noche y no me tocas más. No querías cazarme cuando Jaemin y Changbin salieron con sus compañeros y llamaste para entrar en nuestra habitación. ¿Qué demonios se supone que debo pensar?

―¿Y simplemente vas a renunciar? – preguntó Chris.

―¡No voy a implorarte que me mantengas! – le gritó Felix y se puso de pie. Era más bajo que Chris, y aún así, con la forma en que miró a Chan, sus brillantes ojos azules se iluminaron como si estuvieran en llamas. Fue casi suficiente para creer que Felix tenía más fuerza de la que Chan incluso sabía.

El hecho que Felix sorprendió a Chris en silencio fue suficiente para el hombre más pequeño darse cuenta de que tenía su atención, y continuó.

―Si no me quieres, entonces dímelo. No voy a ser el Omega patético que suplica quedarse porque estoy preocupado de insultar el honor de mi padre. ¡No!

―Nunca dije que no te quiero – dijo Chris, y él apenas podía sacudir la sensación de miedo que poco a poco se estaba construyendo en su estómago. Se encendió allí, y le hizo apretar los puños contra la posibilidad que se estaba creando. Podría ser que el hombre que amaba se apartara lejos de él.

―No, sólo soy demasiado débil para llevar alguno de tus hijos. No quieres a cualquier niño que no pueda ser un guerrero, que tenga la sangre contaminada, ¿correcto?

Mate - ChanLixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora