Guardó silencio al escuchar su propia voz emerger desde una boca prestada, aún más por sentir el aliento a través de la garganta.
En dieciocho años solo había escuchado y visto aquello que Chandler percibía, pero nunca fue el caso con el gusto, olfato o tacto.
Sintió un hormigueo en las manos cuando tocó su piel por primera vez, comprendió que el mundo estaba lleno de texturas distintas al notar la suavidad de la sábana en comparación a la aspereza de la frazada; que además la nariz no era solo para sostener los enormes anteojos de Chandler, pues fue inundada por una variedad de olores.
—Chan-chan, qué raro hueles, así ningún viejo millonario va a quererte —susurró al comprobar que ese extraño aroma provenía de sus axilas—. Pero tranquilo, yo me encargaré.
Sonrió luego de comprobar que podía mover las piernas hacia afuera del cobertor; por un momento, mantuvo la vista en los dedos de los pies que se frotaban mutuamente.
Se sentía emocionada, sí, pero también incrédula. «¿Es un sueño?», no paraba de preguntarse, pero si lo era, ¿cómo podía percibir así de real cada sensación o estímulo que antes no?
Se levantó.
Dio un paso a la vez, intentó no caer; caminó hasta el baño y se vio al espejo, inspeccionó su rostro con cuidado y en ese momento notó algo que la hizo saltar hacia atrás hasta golpearse la espalda con la pared, la fría losa le provocó un respingo y volvió a acercarse al espejo, cautelosa.
Podía ver con claridad, sin necesidad de anteojos; antes, estaba limitada a lo que Chan-chan con su miopía captaba, no fue el caso en ese momento, pero lo más increíble es que no eran los ojos castaños de él los que contemplaba en el espejo, sino unos grisáceos y brillantes.
—Chan-chan, ¿sigues dormido? ¿O acaso soy yo? —Esperó quizás alguna respuesta, pero al no obtener una, sonrió emocionada—. Bueno, ya que es mi sueño, voy a gozarlo… ¡Wuju!
Se metió a la ducha, disfrutó la sensación del agua al recorrer su cuerpo, el aroma del champú y jabón era un deleite. Mientras lavaba los genitales, sintió un cosquilleo agradable y entonces comprendió por qué Chandler solía demorar al bañarse, así que decidió ser fiel a la costumbre.
Percibió algo en su vientre y esto se extendió por cada parte del cuerpo, fue casi mágico; ¿cómo podía sentir, cansancio, energía, placer y hasta culpa a la vez? No tenía una respuesta para aquello, pero estaba segura que si volvía a tener un sueño como ese, lo primero en su lista sería ducharse.
En la cajonera, odió cada atuendo aburrido de Chandler y suspiró derrotada mientras sostenía otra camisa básica blanca de mangas cortas. «Quizás en negro se vería mejor», pensó y ante sus ojos la prenda cambió de color, no podía con el asombro, entonces tomó un feo denim holgado y lo imaginó entallado, rojo oscuro y con algunos agujeros en distintas partes. La prenda cambió según sus requerimientos una vez más.
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La Luz de Géminis
FantasiaUn cuerpo, dos almas distintas y un pacto para vivir media vida. De día, un joven universitario; de noche, una desenfrenada drag queen; cada uno posee habilidades secretas y tendrán que debatirse entre seguir ocultos o enfrentar el mal que amenaza a...