«Charo, igual no tiene mucho sentido, es que… ¿Deseos?», decía Chandler mientras caminaban hasta el estudio de baile donde sería el ensayo. A diferencia de él, Charlotte no tenía el más mínimo reparo en responder:
—No lo sé, pero ¿seguirás con lo mismo? Chan-chan, tú querías evitar esto y yo en cambio hacerlo, bueno, cada quien tiene lo que desea.
«Al menos intenta disimular, todos ven que hablas sola», se quejó el chico y ella de inmediato se llevó una mano al oído.
—¿Me escuchas? No cuelgues, creo que el Bluetooth se arruinó —y dicho eso, hizo de cuentas que se quitaba algo del oído, llevó la mano al bolsillo y sacó el celular para seguir hablando—: Ahora sí, debo comprar otro dispositivo. Cómo te decía, podemos aprovechar esto, ¿no crees? Chan-chan, tú te encargarías en el día y yo de noche.
«Estás loca, pero admito que fue buena táctica. Lo que propones sería arriesgado y además necesitaríamos poner reglas»
—¿Reglas?
«Por ejemplo, ¡no uses la tarjeta de mi padre!»
—Bien, acepto. Entonces, tú debes ser bueno con Karly.
«¿Cuándo he sido malo? Eso me lleva a otra regla, no puedes meterte con nadie»
—Espera, que tú quieras estar solo no significa que yo también…
«Charo, ¡¿te das cuenta que es mi cuerpo?! No está bien»
—Querrás decir nuestro.
«No, Charo, es mío; tú eres chica y aún no sabemos cómo es que estás dentro de mí»
—Bueno, ya lo averiguaremos.
«No te desvíes. Charo, el asunto es que no puedes meterte con nadie»
—¡Ella me gusta! —gritó al llegar a la puerta sin ser consciente de la persona con quien se tropezó, de algún modo, consiguió mantener el equilibrio y atraparle por la cintura para evitar una caída.
Karly sonrió, ruborizada, quizás por la posición en que estaban o tal vez escuchó las palabras de Charlotte, sin embargo, escogió guardar silencio. Charo, por su parte, se metió el teléfono en el bolsillo y le devolvió la sonrisa antes de saludarla con una sonrisa algo tonta:
—Hola, Karly.
—Hola. Alma me pidió asomarme para ver si ya llegabas… y aquí estás.
—Sí, heme aquí.
—Sí. Ya puedes soltarme, Chan.
—Lo siento —contestó entre risas al liberarla.
«Charo, comprendo que te guste, pero no está bien», le dijo Chandler y quiso golpearlo al no poder contestarle en ese momento.
Subieron al salón de espejos para alcanzar a los otros cinco y se sorprendieron con la escena al entrar, todos estaban en medio de un abrazo grupal junto a una laptop donde se transmitía una noticia, pero lo más doloroso era escuchar el llanto desgarrador que emergía desde el centro del abrazo. Karly corrió hacia ellos cuando notó que se trataba de Dalton.
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La Luz de Géminis
FantasyUn cuerpo, dos almas distintas y un pacto para vivir media vida. De día, un joven universitario; de noche, una desenfrenada drag queen; cada uno posee habilidades secretas y tendrán que debatirse entre seguir ocultos o enfrentar el mal que amenaza a...