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¿Cuánto tiempo...? ¿Cuánto tiempo habías pasado ahí?
Podrían haber pasado semanas, meses e incluso años.
Simplemente querías que acabará, para finalmente poder tener tranquilidad y paz, dentro de esa suave cama, una cama la cual tu captor te dió.
Ahora mismo estabas siendo intensamente abusada por tu captor.
Mientras tú supuesto amigo veía la escena, pasmado y sin saber que hacer.
Sentías unas indescriptibles ganas de vomitar todo lo que habías comido durante ese día, toda esa comida que tu captor te cedió con toda la “amabilidad” del mundo.
Simplemente querías morir, no tenías ningún tipo de esperanza, la desesperación ganó está vez.
Sentías como su pene revolvía tus entrañas y órganos.
Sentías como la punta se asomaba por tu abdomen, mientras tú sangrabas, ya que tú himen, se había roto.
Ese particular brillo de felicidad que tenías, desapareció.
Te sentías tan cansada que ya ni reaccionas a todo lo que Strade hacía.
Y sabías más que nadie, que eso aburría a Strade.
Y eso podía significar la muerte misma.
—¿Qué pasa liebling? ¿Ya no puedes tomarlo? Que aburrida.—
Lo miraste con una cara de odio fulminante.
Y ahí el alemán notó que te había roto por completo.
Notó que ya no seguirías luchando y que ya estabas más que lista para morir.
Pero antes, haría unas últimas cosas contigo.
Después de correrse por 5 vez en el día, saco su miembro de tu cuello uterino.
—Ponte de rodillas.—
Sabías que era tu fin, simplemente le hiciste caso.
Este sonrió y se lamió los labios, totalmente sonrojado e ido.
Agarro tu cabello y metió su miembro en tu boca, para proceder con un movimiento continuo.
Para finalmente correrse y con sus propias manos venudas y ahorcarte.
—Duerme bien, liebling.—
Strade te amo mucho.
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