Capítulo 8 "Con amor... Tío Lalo"

10 7 0
                                    


Llueve, tan fuerte que las gotas de agua golpean mi cara. Estoy descalza en esta calle. Llevo solo un pantalón suelto y una camiseta. Estoy empapada.

Miro hacia el cielo y abro mi boca para recibir las gotas grandes que no paran de caer. El cielo está oscuro y eso que es de día. Miro al final de la calle, hay alguien parado, lleva unos jeans y una camisa blanca.

¡Es Nico! Corro hacia él, su cabeza está agachada mirando el suelo. La lluvia ha empapado su ropa, haciendo su camisa casi transparente, su pelo empapado gotea en las putas y está pegado a su rostro.

- ¡Nico! – grito al llegar a su lado. Pero parece no escucharme porque no levanta su mirada. Me acerco más, confundida - ¿Nico? – le hablo despacio agitada - ¿Qué haces? te estás mojando.

Tomo sus manos mojadas, las miro y están llenas de sangre. Me espanto.

Él sigue sin decir nada con la cabeza agacha y su mirada en el suelo.

- ¡Nico! ¡háblame!

Levanta su mirada, sus ojos rojos llenos de lágrimas y rabia. Pasa una de sus manos acariciando mi mejilla y la deja manchada de sangre. Se gira a su espalda y con su dedo señala el suelo. Hay un enorme charco de sangre, y en él, un bebe, pequeño, desnudo, que llora manchado con sangre.

Yo lo miro desconcertada.

- ¿Qué es...? – no puedo terminar y un fuerte dolor golpea mi vientre. Pongo mis manos y siento algo tibio caer por mis piernas.

- ¡Estoy sangrando Nico! – nuevamente el dolor me golpea – ¡Auuch! ¡Me duele, ayúdame por favor!

Se acerca hacia mí, haciéndome callar con su dedo.

- Lo sé, tranquila, pronto pasará – me susurra al oído. Y sonríe.

Caen mis lágrimas y caigo de rodillas al suelo, al frío pavimento. Cubro mi rostro con mis manos. Sintiendo como las gotas golpean mi cabeza, Nico está de pie junto a mí, sin decir nada.

Abro mis ojos, la luz del día me encandila. ¿Dónde estoy? Estoy tumbada en una cama, suena una máquina, a mi lado veo que cuelgan unas bolsas con lo que parece suero... acaso estoy en un... ¿hospital?

Trato de enderezarme un poco y suelto un ronco quejido. Nico aparece inmediatamente a mi lado. Se ve destrozado, su cabello despeinado, sus ojos rojos demuestran que ha llorado demasiado.

- ¡Mi amor! – me dice con voz suave mientras tiembla su mentón.

- Nico... ¿Qué pasó? -pregunto confundida, con voz ronca. Me duele la garganta así que toso un poco. Y al hacerlo siento como si me hubiese orinado.

- Cami... amor... - no termina de hablar y pone sus manos en su rostro y llora. – ¡no puedo, no puedo!

- ¿Qué pasa? – pregunto asustada.

- ¿Cómo te sientes? – un despeinado Lalo aparece al lado de la cama, sus ojos también están rojos.

- ¿Qué pasa Lalo? – él no dice nada, mira a Nico quien aún está con su rostro cubierto y agacha su mirada.

Y luego recuerdo, el baño, la sangre, el inodoro teñido de rojo, Nico corriendo, el auto, la persona de celeste pidiéndome que no me duerma.

Suspiro y trago saliva.

- ¿Perdí a mi bebé verdad? – pregunto mientras las lágrimas corren por mi rostro. Los miro a ambos y ninguno responde. Los ojos de Lalo se llenan de lágrimas, pero corre su mirada. Nico no se descubre su rostro. – ¿Nico? – él levanta su mirada – ¿nuestro bebé...? – y él asiente.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora