Capítulo 4 "Su boca sabor a café"

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Despierto, lo primero que veo frente a mi es su rostro, sus largas pestañas, su piel tan lisa y clara. Esta acostado de lado frente a mí. Duerme como un angelito.

< ¡Mi Nico! Tan bello >

Suspiro.

Con cuidado me levanto, veo lo desordenado que está todo. Ropa tirada a los pies de la cama, toallas mojadas, batas, todo un desastre.

Sonrío al recordar todo. Nosotros corriendo desnudos, asustados, pero riendo cuando el jacuzzi se rebalsó. Sacamos todas las toallas para secar, pero no fueron suficientes y tuvimos que pedir más. Había agua por todos lados en aquella pequeña habitación. Nico se resbala y cae de espaldas, me asusto y corro a socorrerlo y me resbalo de igual forma cayendo sobre él. Ambos en el piso riéndonos mucho.

Cuando logramos secar, nos sentamos en la escalera y seguíamos riendo, mostrando lo roja de nuestra piel por el golpe. La risa de Nicolás va quedando solo en una sonrisa mientras yo hablaba de que ésta sería una anécdota para recordar siempre.

Sus ojos me miran de forma extraña, una mezcla entre ternura y miedo.

Me asusto y le pregunto.

- ¿Pasa algo?

- No, nada – y baja la mirada.

- Entonces... ¿Por qué esa cara?

Me mira tiernamente a los ojos.

- Quiero volver a hacer esto, muchas veces, solo contigo... con nadie más.

- ¿llenar el jacuzzi y dejarlo hasta que se rebalse? – le digo bromeando.

Se a que se refiere, porque yo también lo quiero, desde que lo vi por primera vez hace tres años cuando fui a casa de Laura.

Estábamos un grupo de compañeras de curso. Fuimos a hacer un trabajo porque la casa de Laura era la más cercana, pero nadie trabajaba, solo la escuchaban presumir su experiencia con otros chicos.

Un grupo de chicas que algunas de ellas apenas habían dado su primer beso, Laura era como una diosa de la experiencia y se asombraban con cada cosa que ella decía.

Yo no, llevaba tiempo con Christian ya había perdido mi virginidad y teníamos una vida sexual bastante activa. Así que encontraba que muchas de las cosas que ella presumía, eran mentira.

< "Perro que ladra, no muerde" dicen >

Entonces golpean, ella se levanta y abre la puerta, pero no sale de la habitación. Alguien estaba al otro lado hablando con ella. Yo miraba desde una banqueta frente a su cama, al lado de la ventana.

Su habitación era grande y demasiado rosa para mi gusto.

Entonces Laura se gira a buscar algo en su mochila y la puerta se abre y puedo verlo. Su perfil perfectamente definido, su piel lisa, una pequeña barba muy delicada, su pelo desordenado. Vestía unos jeans gastados en las rodillas, una polera negra y unas zapatillas Converse.

Todas las chicas se quedaron viéndolo y no podían parar de mirarlo. Yo tampoco.

El levanta su cabeza de su teléfono en las manos y las mira mientras sonríe. Pude ver su sonrisa hermosa, cómo se achinaron sus ojos e hizo una pequeña arruga en su nariz.

- ¡Hola! – les dice.

Las chicas embobadas no respondían, solo hicieron seña con la mano, antes de reírse entre ellas y comentar cosas en sus oídos.

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