✨️eleven

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—Dame 25.000 wons —Jimin con la cara bastante magullada se aparece pasada la media noche frente a la puerta de su vecino.

No es como que estuviera durmiendo, en realidad estaba terminando de subir el proyecto para el nuevo hotel, pero de todas formas la visita de Jimin no era algo que esperara.

—¿Qué mierda te pasó en la cara? – repuso mientras tomaba la billetera del bolsillo trasero y sacaba los billetes.

Apenas se los ofreció lo vió correr en dirección al elevador, y lo esperó pacientemente hasta que volviera. Jimin iba a necesitar curaciones y tal como él había hecho con tanto cuidado el día anterior lo recompensaría— ¿Ahora si me dirás?

—No es de tu importancia —el rubio pasa de largo la puerta de Jungkook pero este le toma la mano y lo adentra al departamento para estamparlo contra la puerta atrapándolo con su cuerpo.

—Para mí sí lo es, quien habrá sido el bastardo que lastimó tu bello rostro —se acercó peligrosamente a su rostro pero a Jimin no le molestaba para nada.

—No te preocupes, casanova —murmura golpeando el pectoral del pelinegro— el otro quedó peor, ya lo verás.

Hizo el ademán de retirarse, logrando con el intento que Jungkook se acercara aún más a su cuerpo. Bajo esa ropa ancha que usaba para estar en casa, pudo sentir el tonificado cuerpo de su jefe.

Y como la tentación era grande y la carne es débil, Jimin terminó la distancia que tanto le molestaba entre ambos, sintiendo un ligero sabor metálico entre su beso. Ahí recién pensó en sus heridas, Jungkook también lo noto pero al intentar alejarse Jimin volvió a estampar sus labios en los de él, alejándose de la puerta y pasando sus brazos por el cuello del más alto.

Jungkook paseó sus manos por su espalda hasta sus muslos donde los tomó provocando que Jimin se trepara en él. Ni la falta de aliento hacía que se separaran del fogoso encuentro de sus lenguas.

Se instaló a ciegas en el sillón mas cercano a su puerta, con el rubio a horcajadas sobre él. Pequeñas mordidas entre ellos eran solo un signo de las ganas que ambos tenían de ir un poco más allá.

Se separaron para respirar fuerte y sonoramente, sin dejar de mirarse ni un segundo.

— ¿Papi y Yimin son novios? —Minkki parado en la entrada de la sala, rascando sus ojos con el dorso de su mano, y ambos voltearon la vista a él.

— Minkki, ¿qué haces despierto a esta hora, cariño? — dijo Jimin, y se levantó del regazo de Jungkook para tomar la mano libre de Ironman del pequeño.

— Quelo abua — repone el pequeño que parecía aún adormilado

— Papi te traerá agua, vamos a la cama ¿si?

Jungkook observa como Jimin se aleja con su hijo en brazos mientras él corre a la cocina a mojarse la cara, y por el agua de su pequeño.

Al entrar a su habitación ve a Jimin recostado a un costado del pequeño mientras ambos reían, Minkki, en el centro de la cama toma el agua que su of4ece poniendo con delicadeza el vaso en sus labio, dar un corto sorbo  y devuelve el vaso a su padre.


— Papi, ¿Yimin puede dormir con nosotros?—Jungkook clava su vista en el rubio que en este minuto solo se concentraba en Minkki o cualquier parte del respaldo de su cama.

— Sí, puede, pero ahora es hora que los niños duerman.

— ¿Yimin y papi son novios? Tu dijiste que solo los novios se dan beshitos.

— ¿Te molestaría si papi y yo somos novios? —pregunta Jimin, enfrentándose a la cautivadora mirada de Jungkook.

— Nooo, selia el doble de cool, polque tendlía dos papis — ambos voltean al pequeño que se levanta de la cama y empieza a saltar en ella.

— Bueno, tu papi y yo debemos conversar sobre eso ¿si? Aún no somos novios.

— ¿Y polque se dan beshitos si no son novios ? Eso esta mal papi– reprobó poniendo sus manos en su cintura.

— A dormir enano, eso es de grandes, cuando seas adulto entenderás - Jungkook odiaba los interrogatorios de su hijo porque nunca se le ocurrían buenas respuestas.

— Papi yo soy glande, plonto cumplo 5

—Ya lo sé, enano, el 13 de octubre, jamás lo olvido— responde mientras se acerca más para acostarse a su lado y arrullarlo. Jimin acostado del otro lado de Minkki se acomoda sobre uno de sus brazos y observa la tierna escena frente a sus ojos.



Cuando era pequeño, uno de sus sueños era formar una familia, una gran familia, eso se derrumbó a sus 13 años, desde ese maldito día dejó de pensar en que él pudiera servir para algo como ello.

Sentía y había sentido por mucho tiempo, que solo servía para ser tomado y desechado, así que apenas pudo empezó a hacerlo él, prefería ser el jugador que el juguete.



Pero desde el primer día que cuidó a Minkki creyó que eso podría haber cambiado. Ese pequeño calor en su corazón cada vez que el pequeño le sonreía, la pasión que lo embriagaba cada vez que Jungkook se acercaba verdaderamente lo abrumaba.

Sentía tanto de lo que nunca creyó sentir, y era tan lindo sentirse así que dolía. Quien diría que esta extraña felicidad le dolía, le hacía sentir aun más repugnante.


Tras dormir a Minkki, Jungkook curó con mucho cuidado y amor cada una de sus heridas. Fue una noche de tiernos besos, de regocijante calor en sus cuerpos, se acostaron tal como hace rato cuando durmieron a Minkki, viéndose uno al otro uniendo sus manos para abrazar al pequeño en el centro de la cama.

No tuvieron que decir nada, las palabras a veces solo sobraban.

Ambos sabían lo que sentían, y solo eso era necesario para seguir compartiendo no solo la cama, sino cada vez más tiempo de sus vidas.

Niñero de tus sueños- En Edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora