✞︎El Castillo del Bosque✞︎

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Hace mucho que no había sentido esa sensación tan bella. El hecho de haber sido bien recibida por su tío y su familia, le regalaban ese calor en su corazón.

Y sí, estaba feliz en esos momentos.

- ¿Terminaste? - Preguntó el azabache quien estaba recargándose en el marco de la puerta. Notó que la joven estaba tendida en la cama mirando al techo, ésta hizo como si quitara el sudor de su frente y con pereza le enseñó su pulgar arriba sacándole una ligera risa al mayor - Eres una exagerada -Negó con la cabeza en lo que la Yaoyorozu se sentaba y estiraba sus brazos.

- Tuve que ordenar mi ropa y mis maletas eran un desastre -Sonrió en lo que Aizawa tomaba asiento junto a ella- En mi defensa, quería estar aquí lo más rápido que pudiese -Inclinó su espalda para recoger su bolso y sacar de allí una fotografía en especial- Sólo falta esto. Tengo que buscarle un lugar a papá para verlo cada mañana... -Cerró sus ojos poniendo la fotografía, bien conservada gracias a un marco.

El mayor posó una mano en el cabello de su sobrina y lo revolvió.

- Te falta un diente en esa foto -La pelinegra sintió vergüenza y puso boca abajo el retrato sobre la cama.

- ¡Tenía diez años! -Se defendió.

- No es excusa, no lavaste bien tus dientes -La contraria se cubrió la boca estando muy roja y apenada.

- ¡Tío! ¡No es cierto! -Le dio un suave puñetazo en al brazo del azabache, éste aguantó la risa mientras ponía su mano en la zona del golpe.

- Tienes buen brazo -Sonrió y ella empezó a reír - Enserio, me dolió. Tú papá también me golpeaba en broma, pero realmente me dejaba adolorido el hombro con sólo una palmada -La azabache siguió riendo hasta que calmó su risa, suspiró volviendo a mirar la fotografía con nostalgia.

- Aún lo extraño -Confesó poniendo sus dedos en la figura de su padre.

Tan feliz y amoroso...

Se preguntaba porqué la gente así se iba de este mundo tan pronto. No es que deseara el mal, pero muchas veces se le hacía injusto que se lo hayan arrebatado.

- También me hace falta hablar con él... -Aizawa sonrió nostálgico- Pero si lo tuviera frente a mí me diría que no puede estar más orgulloso de tí -La miró y quitó con cuidado la lágrima que salió del ojo de la fémina- Y también diría que tiene hambre -Dijo sacándole una sonrisa- Hay que ir a cenar, has estado tan ocupada que casi ni tocaste el almuerzo

- Tienes razón. Muero de hambre -Yaoyorozu se levantó y luego le extendió la mano a su tío, este con un rostro de póker la rechazó.

- No estoy tan viejo ¿Sabes? -Se levantó por su cuenta y caminó con ella hasta el comedor. Emi y Eri habían preparado la mesa y la comida, justo antes de que Shota tomara asiento, su esposa intervino.

- A lavarte las manos -Yaoyorozu pese a que respetaba al mayor no podía evitar burlarse un poco de él, aunque no duró mucho ya que también fue enviada al lavamanos.

¿Hace cuánto no se sentía así?

Estaba en una mesa conviviendo con tres personas más, por primera vez en mucho tiempo eso no era un sueño. Un día compartiendo conversaciones con quienes ama, no podía ser más feliz, terminó su cena y agradeció por ello mientras se ofrecía a lavar los platos , aunque la peliverde en un inicio no quería; terminó accediendo, pero con la condición de que ella secaría los trastes.

- No hacía falta Momo-chan... -La azabache negó con la cabeza.

- Descuida Emi-san, sólo quería distraerme un poco -Le pasaba los pocos platos que utilizaron y su tía los acomodaba en su lugar.

𝑴𝒚 𝑺𝒕𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆 𝑨𝒅𝒅𝒊𝒄𝒕𝒊𝒐𝒏 || TodomomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora