Carta de Herneval

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Frankelda había olvidado su libro en el escritorio, y antes de que Procustes hubiera podido echarle mano, Herneval lo había encontrado y llevado consigo, aún así decidió dejárselo en su habitación junto a una carta mientras su escritora no estaba, después de todo ya tenía planeado dejarle aquel sobre dentro de las páginas a escondidas para que ella la encontrara.

Mi amada Escritora:

Sobre las páginas amarillentas de este libro puedo ver danzar frente a mí una legión entera, pequeños soldados unidos seguidos unos de otros, pueden ser tan parecidos pero me cuentan tantas cosas, sobre tu mundo, sobre el mío y sobre ti.

¿Son las letras pequeñas criaturas brillantes que habitan en tu cabeza? Debe ser el mejor lugar del mundo para existir, ser creado del ingenio de una mente tan brillante, tan audaz para escribir.

No puedo parar una vez que me encuentro elogiando tu gran talento, porque cuando veo brillar tus letras sobre el papel no dejo de pensar en el brillo de tus ojos, son tan vivos como tus historias, me envuelven en tantas emociones como lo hacen cada uno de tus cuentos, y si veo tus ojos no puedo evitar bajar también hasta tu sonrisa, son tus labios los que emiten tu reír los que siempre me paralizan, no podría sentirme más afortunado cuando puedo ver que estás feliz.

Permíteme envolverte un momento más en mis alas Frankelda, para que tengas en cuenta escuchando a mi corazón que él te pertenece así como mis ojos le pertenecen a tus letras.

                  Tu fiel lector, Herneval

Un susto por persona Donde viven las historias. Descúbrelo ahora