36 preguntas para enamorarse

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Escrito por: ItsShailaM

Beta Reader por: mnemofuega & florsternberg

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36 preguntas para enamorarse

Era una tarde ventosa, de apariencia lúgubre. El reloj marcaba las seis y cuarenta y cinco de la tarde. Hange Zoe estaba estacionada frente a la puerta de una cafetería, preguntándose si debía entrar y enfrentar una cita a ciegas, que no era tan a ciegas después de todo. Sabía perfectamente quien la esperaba al otro lado de la entrada.

Lo conocía ya hace algunas lunas, por medio de amigos en común. Desde ese día, en el gimnasio de la escuela, el grupo había sido prácticamente inseparable. Iban a la misma universidad, aunque con diferentes concentraciones. Iban a conciertos, obras teatrales, al cine, a cenar, a noches de juegos, etc. Así que no entendía el nerviosismo que sentía en esos momentos.

¡Es una cita! Lle había anunciado su amiga Nanaba días antes.

¿Cómo lo convenció de que fuese?

Esa había sido la pregunta que rondaba por la cabeza de Hange desde que su amiga le hubo dado las noticias.

Sin más preámbulos, entró al establecimiento. Una campanita sonó, anunciando su entrada a los allí presentes.

Escaneó las mesas en busca del pelinegro y no vio a nadie familiar. No sabía por qué sentía aquel vacío en el estómago. Estaba acostumbrada a los desplantes, pero aquel le dolía, por más estúpida que fuese la razón, incluso si aún no la calculaba del todo.

Se propuso salir de la cafetería, pero, al girarse, se tropezó con la persona con quien tendría el encuentro.

"¿Es normal para ti llegar tarde a todo evento?", preguntó un desganado Levi Ackerman. El mismo parecía haber salido del baño.

¿Llevas mucho tiempo esperando? Quiso preguntar Hange, pero de su boca sólo salió un inseguro: "Había perdido la dirección".

Era una mentira. Sí había llegado a tiempo. Los nervios, sin embargo, hicieron que se le pasaran los minutos. Al sentarse en su mesa, ordenaron bebidas. Levi pidió un té negro, mientras que la de lentes pidió un cappuccino. Permanecieron en silencio mientras esperaban sus líquidos, de vez en cuando lanzándose una que otra mirada el uno al otro.

¿El nerviosismo se debía a que el encuentro estaba etiquetado como una "cita" o era otra cosa? No era común en Hange quedarse como si un ratón le hubiese comido la lengua.

"¡Sus bebidas!", anunció la camarera.

Luego de dar las gracias y de Levi dar un sorbo a su infusión, Hange rompió el silencio.

Analfabetos emocionales y chocolate || Evento de San ValentínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora