Una Por Letra.

U

Él es muy valiente, no le teme a nada. No le tiene miedo a gorilas raperos, a viejas brujas que dicen ser maestras ni tanto a la oscuridad ¿El mounstro bajo la cama? ¡No! Sí hasta ya son amigos, o algo así, al menos tiene la confianza de que no se lo va a comer ¿A los duendes? ¡Esas cosas son adorables! ¿Estar solo en casa? ¿Cómo va hacer eso? ¡Sí es un paraíso tenerla para él solo.

No le tiene miedo a nada, exepto a dos cosas que lo asustan y que de verdad le hacen temer por su vida: La furia de su madre y las venganzas de Dee.

Su mejor amigo no es de devolver una broma, al menos no a él, por lo que cuando lo hace, lo hace en grande, cobrando todas y cada una de las que le hicieron. No olvida ningúna.

Dee hace un plan elaborado, cuidando cada detalle, equilibrando entre la creatividad, la burla, la humillación y la diversión; nunca olvida agregar un poco de la palabra “pesada” para acompañar a broma.

Y es por eso que siente la piel de gallina cada vez que Dee le da una carta. No van muchas pero eso es peor. Como sí quisiera que comenzará a atormentarse, torturar su mente lento y agonizante ¿Que dirán las letras cuando las cartas ya sean completadas?

¡Le aterra tanto saber eso! Por alguna razón siente que algo cambiará a partir de eso pero no es como sí Dee se le fuera a declarar ¡Ja! Eso ni en los mejores sueños pasa.

Le preguntó a Lif si ella sabía algo acerca de esto pero negó diciendo:

—Ahora que lo dices lo he notado raro —después Lif se acerca más al él en la cama, poniendo una mano en su hombro mientras que sus ojos reflejan compasión y lástima— Deja que termine de darte esas letras y ves lo que dicen. Sí sigues vivo para después, felicidades pero si no, llevaré margaritas a tu tumba.

U...

¿Por qué demonios Dee tiene que ser tan complicado?