Cuando Dee le dijo que al siguiente día le daría la última letra no supo sí debía estar feliz de por fin saber que tanto se traía en manos, tener miedo por lo mismo o ambos.
En la noche no pudo dormír, ni después de jugar por horas videojuegos lo logró. Es que el motivo era el mismo. La incertidumbre. Tiene el presentimiento de que algo pasará y ese algo cambiará su vida.
Pero repite, no es como sí Dee se le fuera a declarar.
Antes de salir corriendo hacía la escuela, porque se le pegó la cobija y el agua estaba muy fría, guardó todas letras en una bolsa pequeña de su mochila, sin embargo, por alguna razón siente que ya perdió alguna.
Corrió hasta alcanzar a Dee cuando la mamá de su mejor amigo le dijo que ya se había ido. Lo alcanzó a puras penas una cuadra antes de llegar a la escuela. Estaba tan cansado que olvidó preguntarle cuál era el misterio de todo esto.
Hasta que estuvo en la primera clase recordó que tuvo una buena oportunidad para hacer que Dee pusiera fin a todo esto o por otro lado, que comenzará su verdadera venganza, claro, si no es que realmente ya empezó.
Contó los segundos durante tres minutos mientras la Profesora Maya explicaba, no lo hizo hasta más porque al llegar al tercer minuto y medio perdía la cuenta. Lo más gracioso fue que la maestra lo felicitó que por primera vez estuvo atento a la clase.
Quiso reírse ya que fue todo lo contrario. No dejaba de pensar en la última carta que Dee le dará.
Le escribió un mensaje a Diana a la hora del recreo preguntando el paradero de Dee mientras camina apurado sin dirección por los pasillos.
«Sigue en el salón»
Esa fue la única respuesta que bastó para que su rumbo cambiará hacía allá. Con todas las cartas, o su mayoría, se adentró al salón.
Dee está sentando en su asiento junto a la ventana, mirando hacía afuera. El libro que suele leer está abierto en la mesa, sujetado por las manos del rubio que no lo está leyendo.
—¡Exijo explicaciones! —exclamó fuerte mientras que con pasos grandes se acerca hasta él.
Dee se giró rápido a verlo con el entrecejo fruncido pero sus ojos delataban la sorpresa de su presencia. Quería saber lo que sucedía y eso haría. Golpeó la mesa con ambas manos cuando se apoyó en ella. Después arrojó la bolsa con las letras en el pupitre.
—¡Así que habla ya!
—Ten—Dee dijo arrojando algo.
Lo próximo que estuvo en su campo de visión fue otra de esas cartas que son páginas arrancadas de libros. La agarró rápido evitando que cayera al suelo y con euforia la leyó.
—¡Una S! —exclamó molesto golpeando también esa letra en la mesa— ¡La última letra es una una S! ¡¿Qué se supone que haga con ellas?!
—Es tú problema lo que quieras hacer, no el mío.
Dee lo miraba con indiferencia pero lo conocía tan bien como para sabes que está nervioso ¿Cómo lo sabe? Pues su mejor amigo se muerde el interior de la mejilla cuando lo está.
—¡Deja de ser un idiota y dímelo! ¡Aunque sea una pista!
—forman dos palabras.
Bajo la mirada de Dee lo hizo pero no formó nada y eso lo frustró. Volvió a exigir a Dee que se dejará de misterio y estupideces y que lo hiciera.
—¡Hazlo, idiota!
—¡Está bien, maldito!
Dee obedeció también entré gritos rebeldes pero después de colocar una M, se puso de pie con una clara expresión de enojo y lo golpeó fuerte en el hombro. Casi le saca una lagrimita.
—¡Oye, eso...!
—¡Perdiste varias letras!
—¡Claro que no! —Bueno, quizás sí lo hizo pero jamás lo admitiría frente a Dee. La dignidad ante todo.
—¡Claro que sí! —Dee respondió rápido mientras acomoda las letras dejando dos espacios en blanco— ¡Falta la E y la S!
—¡Ni que fueran tan importantes!
—¡Sí lo son! ¡Ahí debería decir Me Gustas!
—¡¿Así, por qué?!
—¡Porque me gustas, idiota!
Abrió la boca dispuesto a responder eso con un insulto pero cuando su cerebro proceso lo dicho se quedó en blanco y las palabras que se estancaron en su garganta lo hicieron atragantarse.
Su ritmo cardíaco aumentó y sus cachetes se colorearon de rojo ante la reciente declaración que claramente no se esperaba.
Dee también está sonrojado, evitando su mirada a toda costa, refugiando su cara en las palmas de sus manos. Lo oye respirar entrecortado y su propia respiración no es la mejor en estos momentos.
Ni en sus mejores sueños Dee se le hubiera declarado.
Pensaba en irse, huir de ahí, escapar de la presión como sí realmente no hubiera esperado que eso pasará desde los doce. Pero escuchó a Dee murmurar un «Idiota» que lo hizo sentir ofendido.
—¡Ey! —gruñó molesto propinando un golpe a Dee detrás de la cabeza.
El rubio no emitió sonido pero sí levantó la cabeza para verlo con las cejas alzadas en una de sus expresiones de sorpresa.
—¿Sigues aquí? —Dee cuestionó. Al parecer leía sus pensamientos. Entonces cayó en cuenta que no era para él.
Dee estaba hablando solo como cuándo un plan no le resultaba. El rubio volvió a enterrar su cara en las manos y en su cuerpo curvado detonaba la aflicción de su corazón. Sus hombros están tensos y desprende un aura deprimida.
Verlo así solo le dieron ganas de... Abrazarlo.
—No era esto lo que me esperaba —dijo riendo nervioso.
—Genial. Ahora rechazame y lárgate —respondió Dee desde sus dedos.
Volvió a soltar otra risa ansiosa, llena de nervios como la primera. Heavy solo estaba ahí parado desde el momento en que el «¡Me gustas!» se había soltado. Seguía frente el pupitre donde Dee está sentado.
—¿Quien dijo que lo haría?
—Yo.
Dee parecía recio a aceptar una conversación y Heavy ya no sabía sí de verdad quería correr lejos de ahí o quedarse un rato más. Decidió por lo último, negándose a poner atención al frenesí de los latidos que golpean en su pecho.
—También me gustas.
Sí Dee había sido valiente para hacer esto, el también podría serlo y de paso arriesgar porque eso es lo que había hecho desde el momento que decidió saber el significado de todas esas letras.
—Mentiroso.
Dee le contestó severo, como quien se niega creer, sin embargo, por unos segundos pudo ver el destelló en sus ojos.
—Me gustas —repitió sintiendo la adrenalina en cada sonido que salió de su boca. Se armó de valor y avanzó dos pasos más al frente.
—Demuéstralo —desafió Dee sonriendo de lado con esa arrogancia suya que lo atrajó más. Seguro pensando que se echaría para atrás.
Lastima que Heavy nunca dice no a un reto.
Se lanzó a besarlo. Apoyó las manos en la mesa y obligó a Dee hacerse para atrás. Fue brusco y los labios le dolieron hasta que al final lo terminaron empujando lejos.
Jamás había besado a alguien y sospecha que Dee tampoco.
—¿Te gustó? —preguntó Dee.
—Me gustas —afirmó.
Y colorín colorado está historia a acabado.
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Una Por Letra.
FanfictionDee le dió ocho cartas a Heavy y en cada una de ellas solo había una letra. Colección de drabbles.