4- relevos

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//Evie//


Cuando se hubo calmado, le expliqué todo. Que salí porque me desperté demasiado temprano, que quise tomar un atajo, que acabé junto a él, quién casi me vuela una oreja por mi orgullo, y que le encanta atormentarnos.

-No vuelves a salir a la calle hasta que nos cambiemos de sitio, ¿entendido? – fue lo primero que salió de su boca cuando terminé de contar todo.

Solté un bufido, luego me puse seria. – Claro que saldré.-

-No Evie, tú te vas a quedar aquí hasta que consigamos encontrar otro sitio en el que quedarnos. – me dijo serio mientras se levantaba del sillón, y se dirigía hacia la mesa, en donde yo estaba apoyada. – Igualmente, creo que ya tengo la zona.

-Rigel – empecé, seria – yo no me voy a quedar aquí encerrada hasta que a ti te dé la gana, entiendes? –

-Evie es la segunda vez que pasa esto, - añadió, serio pero calmado. Esa era uno de sus puntos fuertes en las peleas, podría estar en una situación de vida o muerte, pero él habla con tranquilidad, como si estuviera eligiendo qué cenar hoy. Aunque por dentro esté nervioso, por fuera no muestra nada, está tranquilo, como si nada le molestara. Poco a poco, con los años, se me pegó esa cualidad suya, y la verdad es que ayuda mucho. Claro que, esa cualidad parece que no funciona cuando yo la lío ... es como mi hermano mayor, se preocupa demasiado. - y si no quieres que llegue un día, llame a la puerta del local, y te apunte a la cabeza con una pistola, la última opción que te queda es estarte quieta.

- O tener más cuidado – si es que a cabezota no me gana nadie – porque, además, no se puede investigar todo desde tu ordenador, hay que salir fuera para buscar indicios. – dicho eso me di la vuelta y cambié de tema.

-¿Sabes ya qué es lo que contiene el reloj?¿O si por lo menos contiene algo?

-De momento no sé nada. – dijo mientras cerraba su ordenador y empezaba a amontonar las cosas de encima de la mesa.

-Qué haces?- le miré extrañada

-Nos vamos ya.

****

Tres horas después ya todo estaba metido en cajas y listo para llevar al nuevo ¿apartamento? que Rigel ni siquiera me había enseñado todavía.

-No sé cómo quieres que llevemos todas estas cajas si solo tenemos una moto.

-Fácil, - respondió – nos turnaremos .

-¿Es enserio?

Y anda que si iba enserio. El primero que llevó las cosas fue él, ya que yo ni siquiera sabía a dónde tenía que ir. Después de la segunda ronda, fuimos andando a que me enseñara en dónde quedaba el apartamento. Era hora punta, así que las calles estaban llenas de gente. El edificio quedaba a tres calles de la plaza con el gran edificio, el cual nos enseñaba el centro de la cuidad.

El apartamento es perfecto. Está situado en una calle normalita, es perfecta porque ni llama la atención, ni es como meterse en un hoyo, lo cuál también llamaría la atención, porque si quieres huir, allí es dónde se te ocurre esconderte, pero si eres el que busca, esa será tu primera opción.

El apartamento es mediano. Tiene dos habitaciones, un baño y una pequeña cocina pegada a la sala de estar. Rigel ya ha puesto su ordenador encima de la mesa del salón, pero todo lo demás está agrupado en cajas en una esquina al lado del sofá.

-Voy a salir un rato. – me informa cogiendo las llaves.

-Debería hacerme una copia. Déjamelas un momento. – me las lanza, yo las pillo al vuelo. Me dirijo hacia una de mi cajas y busco mi set. Allí tengo de todo para todo, en este caso, arcilla. Coloco la llave sobre una bola de esta, y presiono, después la quito con cuidado de no estropear la marca con las manos. Le devuelvo las llaves. – ¿A dónde vas?

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