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Con el pasar del tiempo notas que todos tus recuerdos se reducen a los más traumáticos. Que cada que cierras los ojos por impulso no importa donde estés recuerdas algo que te disgusta o te hace sentir pequeño. La felicidad cuenta, pero son más las tristes que las felices.

Ahora mismo una iglesia puntiaguda de tejado triangular implica una cruz de metal e anchura pequeña está totalmente en llamas. Las llamas danzan como si escuchasen las canciones de Dios. Bailan de lado a lado imitando a los hermanos que debían estar ahí dentro. Por la suerte del Grande e Misericordioso, no hay nadie ahí dentro. Pero los sonidos pavorosos del fuego son iguales a los jubilos gritados por los hermanos de iglesia. Se escuchan así mismo como sus alabanzas. Casi como si fuesen ellos los que se estuviesen quemando.

A unos pasos al frente de esa iglesia flameante se encuentra Gulf postrado de rodillas. Las manos de tal agarrándose al aceitunado césped. Algunos pétalos delgados se cuelan entre sus dedos por el fuerte agarre. Este tiene sus ojos rojizados en adición unas venas rojas brotadas alrededor de sus pupilas.

Está respirando agitadamente. Dejando un sollozo adolorido a la vez. Viste unos mahones junto con unas tenis y chaqueta crema por encima de su oceánica camisa.

Abre su boca para pegar un grito, pero el mundo es sordo a sus llantos.
















𝟹 𝙳𝙸́𝙰𝚂 𝙰𝙽𝚃𝙴𝚂











It’s A One, Two, ONE, TWO, THREE!” Cantaba el artista metálico dentro los audífonos anaranjados del conserje. Ya son pasadas las once de la noche así que el restauran Kangoroo en el que trabaja está desolado. Es un lugar pequeño de paredes teñidas en naranja sin embargo no simples: tienen hermosos dibujos de plantas en oro (solo las siluetas de ellas) con palabras Japonesas por alrededor. Del techo cuelgan lámparas de mimbre con luces en oro tenues. Solo calidecen el lugar dando el sentimiento de un hogar reconfortante o un ambiente íntimo para otros puntos de vista.

 Solo calidecen el lugar dando el sentimiento de un hogar reconfortante o un ambiente íntimo para otros puntos de vista

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Hay seis mesas de mármol liso, cada una con butacas acolchinadas en rojo pasión.

El conserje anda pasando el trapeador como siempre mientras silva rítmico a la música. Mueve su culito de lado a lado sosteniendose al palo de madera como si estuviese haciendo pole dancing. Murmuraba algunas palabras en inglés de la canción pues solo estaba. Podía hacer lo que se le daba la gana.

Bueno, excepto insultar. Hay cámaras en las esquinas arriba.

—“Voy a llegar a esa montaña, ya verás.”— Canta con actitud trapeando de adelante a atrás bajo una mesa. Siente vibrar uno de sus bolsillos así mismo el ringtone de notificación interrumpiendo la música.

Saca el teléfono de su bolsillo para mirar la pantalla con el ceño fruncido. Desliza el botón verde para aceptar la llamada.

—¿Kelvin?— Pregunta esperando más órdenes de su supervisor. Siempre hace lo mismo. Lo deja solo para luego llamarlo y decirle todo lo que YA sabe que debe hacer.

𝗘𝗡𝗚𝗔𝗡̃𝗔𝗠𝗘, 𝗦𝗜 𝗣𝗨𝗘𝗗𝗘𝗦| MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora