Final (3/3)

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𝙰𝙲𝚃𝚄𝙰𝙻𝙸𝙳𝙰𝙳

Lágrimas ruedan de los ojos de Mew mirándolo cómo si no se lo pudiese creer. —Te dije que no creyeras en las palabras de ese maldito. ¡No eres un monstruo!— Mew se acerca a él tomándolo de los cachetes. Gulf desvía el rostro con miedo sujetándose fuerte de la mesa con muñecos porcelanos. La pequeña nariz del moreno se arruga tal cual gato rabioso, pero solo es para evadir las lágrimas que caen de sus ojos. Tozudas lágrimas estas.

—No me hiciste caso.— Mew susurra mientras los ojos opuestos escalan por su rostro hasta conectar con los suyos. Ambos mirándose intensamente. Los jadeos de ambos siendo la melodía del fondo. Se escuchando fatigados solo de llorar.

—Ahora sí piensas que soy un monstruo ¿no?— Gulf pregunta herido. Su pregunta hace al otro quedarsele viendo. Su mirada es fija, sin embargo tranquila. Era tan calmada como las olas de un océano sereno y tan cálida como la luz del atardecer.

—Eres el monstruo más triste que he visto en mi vida entera.— Susurra Mew, con la más pequeña de las sonrisas. Claro que la sonrisa ni se completa.

Gulf alza sus cejas vulnerablemente con una sonrisa triste dibujandose en su rostro.

—¿Me vas a matar?— Mew susurra.

—No, — Gulf dice tan de repente que el azabache es tomado de sorpresa. —no-- no quiero hacer eso.

—¿Vas a mandarme a prisión?

—Tampoco... Quiero eso.

—Gulf.

—¿Mm?

—Si no matas a nadie más entonces escapemos juntos. Dijiste que Sheriff Dew venía. Vámonos antes de que él venga. Yo te haré feliz, no tendrás que pensar en nada más, nos tendremos el uno al otro. Te puedo dar la vida que siempre has merecido.

Mew habla con tantas esperanzas que el moreno no se lo puede creer. Sus ojos se cristalizan más.

—¿No me tienes miedo?— Gulf se encoge de hombros con su tímida pregunta ladeando su rostro a un lado. Cachetes abarcados de lágrimas.

—Yo no.— Mew coloca una mano en su mejilla derecha, limpiando sus lágrimas usando el pulgar. —No te tengo miedo, Gulf.

Fueron esas palabras las que atravesaron el corazón del moreno como un tren a toda velocidad. Tanta velocidad que rompió en cantos el órgano más famoso de todos los cuerpos.

—Vamos.— Susurra Mew con una sonrisa.




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Una vez se vistieron fueron a una casa alejada de la ciudad. Era una casa Blanca de cristales transparentes a los laterales. Rodeada de montones de césped verdoso. En fin, la casa de ensueño si se podría decir. Estacionan frente la casa con Gulf encapuchado en el volante aunque el auto sea de Mew.

Wow. ¿Y esta casa? Es muy bonita.

—Es mi primera casa.

—Dios, ¿qué droga vendiste para pagar esto?

—Tengo un don, ¿recuerdas?

—No. Jodas.— Sonríe Mew.

Gulf se baja del auto mostrándose en mahones, tenis negras y una sudadera negra. Mew en cambio solo viste la ropa con la que tenía antes del sexo. Cierran las puertas de sus autos en unísono antes de caminar a la casa. Ambos hombro con hombro como si el terreno fuese una pasarela roja.

𝗘𝗡𝗚𝗔𝗡̃𝗔𝗠𝗘, 𝗦𝗜 𝗣𝗨𝗘𝗗𝗘𝗦| MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora