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Gulf va a un club homosexual, el ambiente ahí siempre es de luces parpadeantes multicoloridas con bombillas neones y personas que nunca aprendieron a bailar pero que están dispuestas a engañarse así mismas solo para pasarla bien. Todos en ese ambiente viven en utopía. Sus mentes solo saborean fantasías. Tienen el talento de abandonar sus situaciones de la vida real para vivir en el momento.

La mano del moreno sostenía los bordes del cristal de licor. Su dorso encorvado. Menea de lado a lado el vaso. Resulta que es satisfactorio escuchar como los hielos cascabean. También es satisfactorio mirar como el líquido se mueve de lado a lado alzando sus puntas cada que golpea los laterales como un mismo océano teñido en color de manzana.

No ha hablado en todo el tiempo que está dentro de ese lugar, nótese la ironía, pues este no es lugar para personas mesuradas.

—Se nota que andas fuera de drogas. Me alegra encontrar a alguien con la mente despierta.— Habla una voz grave cada vez más cerca desde la derecha. Hasta que el patrón de la voz se sienta a su lado con los codos bien clavados en la barra. Entre sus manos justo frente a su pecho un vaso de cristal hace presencia con el mismo liquido en el vaso de Gulf.

El moreno mira a su lado y ve a un chico guapo. Uno de hombros amplios, cuello ancho casi tosco -típico de alguien musculoso hay que decir- con la quijada cuadrada, la nariz afilada como la de un americano pero su verdadero rasgo asiático da frutos en sus ojos. Pupilas oscuras adornan esas retinas color nieve. Arcos como los de guerra reprimen sus ojos bajo los párpados.

Su cabello es una cascada marrón cuyos flecos altos reposan sobre sus cienes.

—Me quieres decir que somos los únicos dentro de millones de personas, ¿qué sí están usando sus neuronas para pensar? Porque, jeez, creo que muchos las están aniquilando.— Bromea el conserje formando una linda sonrisa de labios apretada con la nariz arrugadita completamente interpretando su broma.

Como resultado causa risas en el otro quién mira su propio vaso, pero regresa su mirada al chico con una sonrisa. —Soy Mew.

—Hola, Mew. ¿Le das tu nombre a todos los extraños con los que te encuentras?

—Eres sin duda un caso especial. Y solo llevo segundos de hablarte.

—Sí, llevas, a ver — Gulf alza su muñeca derecha a la vista para revisar el reloj que NO porta y chasquea los labios volteando hacia el chico. —siete segundos.— Ríe.

—Siete segundos.— Repite el otro asintiendo con la cabeza mientras ríe con la garganta. Permanecen mirándose aunque quién desvía la mirada suavemente es el moreno. Este vuelve a sacudir su bebida.

—Estás huyendo de algo en tu vida actual, ¿no es así?

—¿Cómo?

Quién sea que sea este hombre sí que sabe dar en los clavos. Figuradamente. Gulf voltea hacia él y esta vez lo ve en su mejor perfil, mostrando la curva que toma el nudo naturalmente abultado de su garganta. Viendo cómo rebota con cada trago del licor que su boca ocupa. Es una tremenda vista sin duda alguna. Ver cómo el liquido desciende aún más dejando a la exposición los hielos cuadrados.

—Lo digo porque es inusual ver un semblante serio por aquí...— Mew dice con otra sonrisa ladina al bajar el vaso frente a su pecho. Con una rápida mirada toma un vistazo al vaso casi lleno del moreno, luego desliza esas pupilas azabache devuelta al contrario. —y un vaso lleno.— Recalca.

—Yo siempre vengo aquí a pensar. Pero técnicamente sí estoy huyendo de algo.

—¿Algo cómo qué?— Interroga el chico volviendo a apoyar ambos codos sobre la mesa. Mirándolo con total interés.

𝗘𝗡𝗚𝗔𝗡̃𝗔𝗠𝗘, 𝗦𝗜 𝗣𝗨𝗘𝗗𝗘𝗦| MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora