Nuevos Papis

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La hora tan esperada había llegado. La pareja conocía a otras parejas, sus ex compañeros de secundaria que ya se habían casado, tenido hijos, al ser portadores de habilidad. Sólo los dotados de habilidades podrían engendrar siendo dos hombres.

Estaban por entrar al Orfanato, cuando Chūya notó cierto nerviosismo en su esposo. Sonrió, y tomó su mano, de manera que podría brindarle tranquilidad y apoyo.

Dazai, cariño. Todo estará bien. El niño va a aceptarnos, ya lo verás.

Dijo para animarlo. Dazai sonrió. Cada día estaba más convencido de que eligió a la persona correcta para pasar su vida junto a él, jamás se arrepentiría. Chūya era el esposo perfecto.

Eso espero, Chūya. Yo... En verdad lamento mucho no darte un hijo propio que llevara nuestra sangre. Mis deseos de ser un padre maternal, como lo son Mori-san y Fyodor, son muy grandes. Llevar un bebé de Chūya en el vientre era algo que...

Sus lágrimas salieron. El pelirrojo lo abrazó para consolarlo y mostrarle que estaría ahí, a su lado, tengan o no un hijo de sangre.

— Nosotros adoptaremos, Dazai. Seremos padres, y eso es lo importante. Ese niño nos traerá mucha felicidad. Ese pequeño es deseado por nosotros dos, lo amaremos, cuidaremos y protegeremos siempre. Él nos necesita, y nosotros lo necesitamos a él. Será nuestro hijo. Y por compartirlo contigo, ya es muy especial. Si es contigo, no importa lo difícil que sea nuestra vida, siempre querré seguir a tu lado.

Las palabras de Chūya sonaban como un poema. Un hermoso poema de amor.

— Mi amado Chūya es un poeta tan talentoso.

— ¿Qué dices? Esta vez no era una poesía... Ni poema. Lo decía en serio...

Finalmente decidieron entrar.

Dentro del Orfanato, un pequeño niño de cuatro años se encontraba en espera de ser adoptado, junto con un Atsushi de tres años.

Atsushi se emocionó al ver a la pareja, creyendo que sería a él a quien adoptaran, pero no. La mujer fue directamente hacia el niño de cabello negro, lo abrazó, y fue el elegido para ser adoptado.

El albino se sintió mal, triste, pero confiaba en aquel deseo que había hecho a la lluvia y aún tenía esperanzas de conseguir unos padres amorosos el día de San Valentín.

La cuidadora se acercó a él y se puso a su altura, abrazándolo para consolarlo. Las lágrimas del niño no dejaban de brotar. Recargó su cabeza y cara en uno de los hombros de su cuidadora, y siguió llorando.

— Tranquilo, pequeño. Ya verás que buenos padres vendrán a tí. Sólo hay que ser pacientes. Tú ya le pediste un deseo a la lluvia y la lluvia te lo cumplirá.

Animó. Atsushi se separó del abrazo, limpiando sus lágrimas con la manga larga de su camiseta.

— La lluvia no me eshtá funchionando mucho. Ningún papá quiede a un niño muy bianco. Nadie she padeche a mí.

Dazai y Chūya, entraban a la misma sala, siendo llamados por la pequeña criatura albina que yacía triste y llorando al lado de una mujer del Orfanato.

Chūya perdió contra sus emociones. Sin pensarlo dos veces, ese niño era el que quería como su hijo. Sentía algo especial en su pecho al verlo, un cariño paternal enorme.

Se aproximó a él y se puso a su altura. Lo abrazó y besó una de sus mejillas. Dazai se acercó también, pero siendo menos expresivo, pues tenía miedo de no ser aceptado tan fácilmente por un niño.

— Señorita, este niño, ¿ya está en proceso de adopción? ¿Lo podemos adoptar mi esposo y yo? Es tan tierno, tan hermoso, tan adorable, tan mi hijo.

Chūya no paraba de decir cosas lindas. La mujer sonrió, feliz de que el deseo del pequeño Atsushi estuviera por cumplirse.

— Ustedes serán los afortunados. Atsushi-kun es un niño muy especial y el más amoroso de todos aquí. Felicidades a los nuevos padres. Pasen por allá, el director les hará el proceso de adopción.

Contestó amable.

Un Deseo A La Lluvia [ESPECIAL SAN VALENTÍN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora