Emociones de Sushito

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Después de un largo proceso y trámites, Dazai y Chūya tenían a Atsushi con ellos. No podían ocultar su felicidad. Su deseo de San Valentín y el deseo del pequeño niño, ambos deseos se habían vuelto realidad y eso era algo tan afortunado para los tres.

Buscaban ropa para vestir ese día tan especial. Chūya eligió unas camisetas representativas del día, de colores blanco, rojo y marrón. Eran fascinantes a sus ojos.

— Dazai, ¿por qué estás tan callado? ¿Te comieron la lengua los ratones?—. Cuestionó juguetón.

El castaño no había mencionado muchas palabras después de salir del Orfanato, ni Atsushi tampoco. Ninguno de los dos procesaba bien el hecho de haber adoptado, y de haber sido adoptado, en el caso de Atsushi.

— No me lo creo aún, Chūya... Nosotros... Somos padres...—. Sus ojos se llenaron de lágrimas que pronto cubrió con ambas manos. Sintió cómo el niño fue hacia él y lo abrazó de sus piernas, queriendo consolarlo.

— Lo somos. ¿No es genial? Nuestra paciencia, nuestra esperanza... Valió cada segundo.

El pelirrojo levantó al niño en brazos, y se acercó a Dazai, de manera que el pequeño Atsushi quedara en medio de los dos.

— Claro que sí, Chūya. Soy muy feliz ahora. Muy feliz a tu lado y al lado de este pequeño angelito.

Chūya sonrió. Sacó un traje para el niño muy similar al que ellos usarían como playeras de pareja.

— Mira esto, Dazai. Atsu... Nuestro Atsushi se verá hermoso con esta ropita. Así quiero que salgamos a pasear este día, los tres igual, disfrutando de San Valentín en familia.

— ¿Quién va a shel papi uno y papi dosh? ¿O al-guien va a shel mi mami?—. Preguntó curioso. Necesitaba saberlo para llamarlos como tal, y no por sus nombres.

— Yo seré tu mamá, pequeño. Mi nombre es Osamu Dazai. Le pedí mucho al cielo que llegaras a nuestras vidas. Ahora que estás con nosotros, seremos muy felices los tres juntos.

El bebé albino sonrió.

— Mami Dazhai. ¿Tam-bién pidesh desheos a algo? Yo pido desheos a la lluvia. ¿Entonches el chielo también cumpie desheos?

Los nuevos padres soltaron una risita por el comentario tan adorable del menor.

— Claro que sí. ¿Ves lo milagrosos que son la lluvia y el cielo, hijo?—. Dijo Chūya.

No hubo una respuesta después de aquello. Sólo hubo risas traviesas, alegría. Siguieron eligiendo su nueva ropa para ocasiones familiares futuras, en especial para Atsushi.

Hasta que finalmente decidieron comenzar su paseo. Chūya tenía la idea de ir a Disneylandia, pero no se lo había mencionado a su esposo, pues quería que fuera una sorpresa para ambos.

— Chūya, ¿a dónde vamos?

El pelirrojo no dejaba de conducir su motocicleta. Traían a Atsushi en medio de ambos, portando un pequeño casco como ellos. Sólo Chūya sabía conducir tanto auto como motocicleta; lo hacía con mucho cuidado y tomando las precauciones necesarias.

— Es una sorpresa. Iremos a uno de los tantos lugares donde fuimos en nuestros tiempos de noviazgo, Dazai. ¿Puedes imaginar?

— ¿A la playa?

— No es mala idea pero... No. Es otro lugar.

— ¿A la zona de videojuegos?

Dijo como segunda opción, hasta que Atsushi miró a lo lejos el logotipo de Disney. El famoso Ratón.

— ¡¡¡Mida, mami!!! ¡¡Miki mosh!! ¡¡Daishy!! ¡¡Minnie!! ¡¡Donai!! ¡¡Quiello!!

Sus gritos de asombro y deseo de estar ahí, causaban una gran emoción en Chūya y en Dazai, quien no sabía que en realidad sí entrarían de paseo a Disney.

— Baja, Dazai. Disney. Un lugar mágico para Atsushito. La cuidadora me dijo que él ama a Mickey Mouse, así que fue lo mejor traerlo. ¿Recuerdas cuando vinimos aquí?


Y tú... ¿A qué lugares llevarías a Sushito?

Un Deseo A La Lluvia [ESPECIAL SAN VALENTÍN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora