Noche de Tormenta

620 91 35
                                    

Una semana después, durante la noche...

Los relámpagos de los rayos y truenos, despertaron con su luz y estruendo al pequeño niño que dormía tranquilo en su habitación.

Atsushi despertó llorando y tallando sus ojitos muy asustado. Se mantenía sentado, esperando que sus padres, o al menos uno de ellos fuera con él. Así fue, Dazai entró a la habitación muy apresurado, y fue hacia la camita del bebé albino, para luego sentarse junto a él.

— Atsushi-kun, mi amor, no llores más, estoy contigo. Papi Chūya está esperándonos en la otra habitación, ¿irás a dormir con nosotros?

Atsushi se recargó en el pecho del castaño, dejando sus lágrimas impregnadas en la camiseta pijama del mismo. No quería separarse de él, apretaba sus puñitos sujetando bien a Dazai para evitar que, según él, lo abandonara.

Dayosh feosh, mami. Domii con ushtedesh. Mucho miedo.

Dazai sonrió y sólo pudo corresponder a ese tierno abrazo. Acariciaba con ternura la espalda del menor, mientras se trasladaba con él hacia el dormitorio de enfrente, llevando consigo la almohada y cobertor de Atsushi.

— ¡Atsushito! ¿Qué sucedió, mi niño? ¿Por qué llorabas?

Chūya lo recibió energético, aun cuando recién había sido despertado con los llantos del albino.

Atsushi fue puesto en los brazos de Chūya, quien lo acomodó en medio de ambos, ahí es donde dormiría, para hacerlo sentir protegido y seguro de una tormenta que estaba en el exterior.

— Lluvia me gushta, dayosh y tuenosh no.

— Oh, entiendo. Pero estás aquí con nosotros y te vamos a cuidar.

La lluvia me conchedió mi desheo de tenei dosh papis. Yo muy felizh.

Las lágrimas en Dazai y Chūya no pudieron faltar. Se sentía orgullosos de su elección, satisfechos, si la vida no les había dado hijos biológicos, no pudieron elegir a alguien más, mejor que Atsushi, porque Atsushi era el mejor. Lo amaban como propio, en realidad, Atsushi ya se había convertido en su propio hijo.

Tuvieron un cálido abrazo familiar, que fue calmando los agitados latidos del menor, así como su miedo.

— Nosotros no pudimos elegir mejor bebé, Atsushi-kun. ¿Verdad, Chūya?

El pelirrojo sonrió, mirando hacia los dos, y contemplando lo bien que se miraban juntos, cómo padre e hijo.

Es verdad. Yo estoy orgulloso de ser el padre de Atsushito y el esposo de Dazai.

Las mejillas de Dazai se tornaron rojas, pero no eran bien percibidas, dado que sólo tenían la luz de la lámpara en la habitación.

Un nuevo relámpago iluminó el lugar, pero afortunadamente, Atsushi ya estaba dormidito, acunado entre los brazos y pecho de Chūya.

Dazai sintió algo extraño.

— Ahora vuelvo, Chūya.

— ¿A dónde vas?

— Creo que son náuseas, pero no volveré a ilusionarme esta vez. Cuida a Atsushi-kun, sólo iré al baño.



PD: NO PASARÁ NADA MALO.

Un Deseo A La Lluvia [ESPECIAL SAN VALENTÍN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora