ᴅɪᴇᴄɪsᴇɪs

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— ¿Estás mejor? — La voz dulce de Adrien hizo que Bella abriera sus ojos por completo

Sentía sus párpados hinchados y su cabello pegado a su rostro, seguramente había sudado por la noche, aún así se esforzó en fingir su mejor sonrisa y asentir

— Estaré en el campo de Quidditch practicando con Flemont, me está entrenando

— Te unirás al equipo?

— No, solo lo hago por diversión el quidditch no es tan malo después de todo — Murmuró abriendo la puerta de la habitación antes de despedirse

Bella fue directo al armario rogando por qué algunas de sus cosas aún siguieran ahí, para su suerte Adrien no había movido nada o más bien había evitado abrir ese armario desde que pelearon para no tener que ver las cosas de Belladonna

Había dormido más de 5 horas debian ser aproximadamente las cuatro de la tarde ya que el sol aún no se ocultaba

Con su ropa en la mano se dirigió hasta el baño, a Bella le encantaba llenar la tina de agua casi helada ( aún sabiendo que le hacía daño) después de todo tendría que morir alguno de estos días y un baño con agua fría no cambiaría mucho

Se recostó en la tina con su respiración entrecortada por la temperatura del agua y pudo admirar las pequeñas marcas al rededor de todo su cuerpo provocadas la noche anterior por Tom

Suspiro recordando, cerro sus ojos intentando evadir todos los pensamientos negativos pero era casi imposible estaba segura de que en un par de días le llegaría la cara de su madre anunciando las "grandiosas noticias" nótese el sarcasmo

Un prometido ¡Fabuloso! No pasaría mucho para que su madre la intentará casar pero ¿Que podía alegar? Se casaría y moriría después, su tortura no duraría demasiado, o al menos ese era su pensar

Aveces Bella cerraba los ojos queriendo regresar a esos momentos tan bonitos dónde no se tenía que preocupar por nada ni nadie ni si quiera tenía que cargar con el peso de una maldición que cambiaría el rumbo de su vida por siempre

Momentos cuando estaba el, sonrió enternecida

— Si corres demasiado resbalaras, hay demasiada nieve mielesita

La pequeña Belladonna de unos seis años corría en el gigante patio trasero de la casa, su madre jamás la dejaba salir a jugar en la nieve pero con su papá era un caso totalmente diferente

— ¡Mira ahí! — asombrada la pequeña azabache señaló a un pequeño ciervo qué corría de un lado a otro

— Seguramente su madre estará por ahí, son muy asustadizos así que no te acerques mucho —

Belladonna sonrió a su padre con ternura sus pequeños y blancos dientes de leche se asomaban por su pequeña boquita, su padre la veía con una sonrisa que en ese entonces para ella era una sonrisa normal

Pero ahora que podía comprender y examinar a detalle la situación notaba que el rostro de su padre estába contraído, cargado de tristeza sabiendo que algún día partiría de este mundo mucho antes de verla crecer por completo

Aún así se esforzaba por mostrarse fuerte frente a la pequeña Belladonna, no quería hacerla sufrir aún más, sabía que un día ella se tendría que enterar de la verdad de por qué su papá partió antes y por qué también lo haría ella

El hombre se arrodilló en el sueño acercando a la azabache hacia el y abrazándola fuertemente

— Bella hagamos una promesa de acuerdo?

𝐁𝐄𝐋𝐋𝐀𝐃𝐎𝐍𝐍𝐀 | 𝐓𝐨𝐦 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora