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Aburrido.

El día había empezado de una manera no muy buena, nada interesante estaba pasando. Esta vez lo decia en serio, todos los dias había desde la más minima cosa interesante ocurriendo en ese momento hasta situaciones en las que se necesitaban las autoridades. No sabía que hacer, tal vez solo se consumiría en su propia soledad y aburrimiento. Gracias a la casualidad de que no pasara nada, un increiblemente molesto silencio apareció.

Ni un pajaro, ni un carro, ni la voz de alguien en problemas. Solo silencio.

Estaba apunto de lanzar algun objeto a la pared, hasta que oyó su celular vibrar. Con esperanzas de que sea algo de valor, se acercó y lo tomó rapidamente. Para su suerte, tenía un mensaje de Rantaro, quien no habia visto hace.. horas.

Ran.

—ay, hola, perdón por no haberte
hablado antes, tuve un problema
con Mugi, por cierto, ¿donde estas?
Tengo algo que mostrarte.

Ya, no te preocupes lindo. ¿En donde estoy? No me acuerdo ni el nombre del lugar.
Ah cierto, en la biblioteca.—

Respondió, sin prestar tanta atención en su entorno. Por alguna razón, se sentia algo.. ¿raro?, tenía una tonta sonrisa –asi le llamaría su hermana mayor– plantada en la cara, la cual no se notaba por el cubrebocas negro que llevaba puesto. No podía explicar como se sentía en ese momento, era como un sentimiento infantil de algun modo.

Decidió dejar de pensar en ello, y enfocarse en lo que estaba antes.. ¿en que estaba? Que el recuerde, no estaba haciendo nada. ¿Entonces porque estaba en la biblioteca?

Sacudió su cabeza suavemente, llendo a sentarse en una de las mesas que había.

Intentó distraerse con la primera cosa que viera, pero no hubó resultado. No tenia ideas, en ese momento un bloqueo mental entro en su cabeza.

No tardaría poco en pensar alguna estupidez, o algo importante. Hasta que en su mente, se pintó la imagen del peli-verde, este sonriendo dulcemente como siempre, su mirada pacifica que con solo verle podria llenar de tranquilidad hasta al mas imperactivo.

Simplemente, un angel.

El recordar esa vez cuando vió por primera vez esa sonrisa le causó un cosquilleo en el estomago, es uno de sus recuerdos favoritos. Recordar la mirada del chico esa noche, el brillo de la luna reflejandose en ellos, era jodidamente hermoso. Podria morir por el.

Dicen que en la vida solo se puede enamorarse una vez, ¿acaso esa vez siempre fue y es ahora?

Su hermana mayor le había metido tantas mierdas en la cabeza, que no podía darse cuenta de algunas cosas que eran importantes.

No podía parar de pensar descontroladamente en Rantaro todo el tiempo, era algo que no podía evitar, aun así le gustaba. Ese chico, solo el, le hizó sentirse amado por primera vez, le hizó sonreir por una buena razón, le enseño lo que es amar a una persona de una manera sana, le hizó ver lo bueno del mundo. Tanto, tanto era, que sentía que nunca fue real.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por oir el fuerte sonido de la gran puerta abriendose.

—¿Korekiyo?—

El chico de orbes verdes caminaba por los estantes llenos de libros, cargando una pequeña mochila.

—hola, Ran.—

such a strange boy. -amaguji Donde viven las historias. Descúbrelo ahora