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— mañana iré a mi pueblo. conozco a un chaval que quizás quiera ayudarnos. - comentó el rubio mientras desayunaba junto a los otros dos.

— ¿puedo ir contigo?

— honnie, tú no deberías salir del palacio. - interrumpió la chica. — será mejor que te quedes aquí conmigo, tendremos tiempo de planear algo entre los dos.

— exacto. - continuó bang. — yo me encargaré de correr el rumor de una revolución entre los más escépticos, les daré un nombre clave del que será el líder de la revuelta. - señaló a minho con la cuchara. — pero tened en cuenta que esto no se hace en un par de días.

— planeo realizar el golpe dentro de dos años si es posible. - aclaró el menor. — tendremos tiempo de encontrar personal, de concienciar a la gente y de entrenarme.

— con todo ese tiempo incluso podría ganar a parte del ejército para que se os una. - añadió sana con una sonrisa.

— entonces podemos hacerlo así, ¿no? - preguntó chris tratando de sellar la idea.

— más o menos. aún he de dibujar a fondo las cosas, pero sería algo así a grosso modo.

— está bien. tenemos mucho tiempo entonces. lo único que hay que hacer es lograr que no te encuentren hasta entonces.

— yo puedo conseguiros un barco a japón. - murmuró la princesa. — es arriesgado, pero las leyes de corea no os afectarán allí. no podrán hacerle nada a minho. lo usaremos como vía de emergencia si os descubren.

— ¡sana, eres un genio! - exclamó el rubio. — ¡¿cómo no se nos ocurrió antes?!

— allí tendremos que sobrevivir desde cero, chris.

— ¿acaso no me ves capaz?

— en realidad te veo capaz de todo.

— tardaré aproximadamente un mes. - prosiguió la mayor. — en ese tiempo, aseguráos de preparar todo bien para vuestro viaje. encontraré un mensajero y le pagaré para que, confidencialmente, nos ayude a intercambiar cartas.

— sí, eso será perfecto.

minho asintió después de las palabras de chris y sonrió levemente. su sueño de tener una Iglesia pura y vengar a todos los amuletos por fin estaba cobrando vida. necesitaba que todo aquello saliera bien.

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24 de diciembre del 776 d.C.
catedral central de gwanak-gu, 20:03

— padre, ¿por qué he de hacer esto? - murmuró el joven de trece años, con su mejilla apoyada en el suelo, sus manos atadas a su espalda desnuda y sus rodillas flexionadas dejando su débil trasero expuesto.

— porque dios así lo querría, hijo.

de nuevo aquel sentimiento. aquel dolor que había sufrido durante años, de nuevo la sangre deslizándose por sus muslos, más tarde mezclada con otra sustancia que nunca quiso mirar. de nuevo su boca siendo llenada por la extensión de un completo desconocido, ensuciando su paladar, sus dientes y su lengua, dejando un sabor horrible que no se iría en varios días. de nuevo decenas de manos tocando su cuerpo, "aún no es el día del rito", pensaba él, pero a pesar de que esa celebración era anual, las manos desconocidas tocaban su cuerpo cualquier día que les apeteciera.
esas risas orgullosas, disfrutando al ver cómo el joven sufría, gozando esos gemidos de dolor que salían de entre sus quebrados labios, ansiando beber esas lágrimas que brotaban de los ojitos negros del niño.

él no pensaba que merecía eso, pensaba que el hecho de ser hijo de un clérigo importante no le daba razón suficiente como para tener que sufrir tanto.

¿realmente dios quería eso para él? ¿dios había pedido que la gente abusara así de su cuerpo? ¿no se suponía que dios era piadoso y no buscaba el sufrimiento de nadie? ¿por qué él tenía que sufrir de aquella manera?

por fin terminó. no para siempre, pero esa noche terminó todo. pudo regresar a su cama, quejándose con cada paso que daba. como de costumbre tras ese tipo de noches, tomó una ducha de agua caliente, una ducha larga, que le daba tiempo para pensar. curó después su destrozado trasero usando algunos óleos y pomadas, se aseguró de cubrir cada herida para que así sanara pronto. puso también algo de crema en las rozaduras que las sogas habían causado en sus muñecas, y la madera del suelo en sus rodillas, hombros y rostro. se puso su pijama más cómodo sin llevar ropa interior, ya que en aquella situación le molestaba. fue con cuidado a su cama, y como cada noche, concilió el sueño entre lágrimas.

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10 de agosto del 780 d.C.
palacio tercero de la princesa minatozaki sana. 9:16

el joven plebeyo llamó a la puerta de palacio, llegó acompañado de varias personas por lo que se debía tomar la molestia de presentarlos a todos ante la princesa y el heredero de la iglesia.

minho no se tomó demasiado tiempo al oír la puerta, no tardó ni un minuto en salir y abrazar a su preciado chico, los demás tuvieron que aguantar varios segundos de abrazos y besos no muy livianos entre los dos chicos.

mientras bang y su pequeño estaban en su tema por primera vez después de casi un mes, sana salió a donde estaban los nuevos y se presentó con ellos, recibiendo luego los nombres de cada uno además de muchos elogios y halagos que ellos le dieron.

— quiero que esta noche me folles como nunca has follado a nadie en tu vida, ¿me oyes, christopher?

— voy a dejarte el trasero como los portones de tu iglesia durante un domingo.

ambos rieron, los demás por su parte negaban deseando no haber escuchado aquello. la princesa se disculpó por la actitud de su amigo y su prometido y dio paso a los recién llegados a palacio, dejando a la pareja que disfrutara del poco tiempo que les quedaba juntos, a pesar de que eso raramente alguien lo iba a saber.
 
 
 
 
 

killing in the name of god. | banginho.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora