Cap20:(Solo quiero ser feliz)

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La noche pasaba y cada vez parecía hacerse más larga. En ella, tanto Min como Sila no conseguían conciliar el sueño. Ambos pensaban en el otro, recordando los buenos momentos compartidos desde su infancia, las aventuras y los baches que enfrentaron hombro a hombro. Inevitablemente, los recuerdos de lo que habían sido los empujaron a un mar de decepción y melancolía. Al final, torciendo una y otra vez las colchas con las que se arropaban, cayeron dormidos sin darse cuenta.

Al amanecer, Sawit no despertó a lado de Min. Al parecer, se había levantado temprano para irse al trabajo. Min tomó una ducha para quitarse el cansancio que dejó el insomnio detrás de sí, bajó a la cocina y miró sus mensajes de texto. Tenía otra misión.

A regañadientes revisó el registro de llamadas y marcó el último número. Del otro lado, solo hizo falta un solo tono para que la llamada fuera respondida.

—¡Min! —se apresuró Sila con emoción—. No sabes cuánto significa esto para mí.

—Fotos —soltó Min de golpe, esperando sonar seca y distante—. La televisora se olvidó de tomar fotos exclusivas para el artículo de mañana.

El silencio al otro lado reflejó bien la decepción del cantante.

—¿Solo por eso me llamas?

—Sí —evidenció ella—. Voy a mandarte una dirección. ¿Crees que puedas presentarte hoy a eso de las dos de la tarde? —preguntó mirando su reloj de muñequilla.

—No lo sé, Min —dijo Sila desanimado—. Depende. ¿Cuánto van a demorar?

—Me tardaré cosa de media hora —prometió.

Min no pudo escucharlo pero, al otro lado, Sila frunció el ceño.

—¿Tú tomarás las fotos? —cuestionó.

—El fotógrafo tiene agenda llena y esto es casi de improvisto —explicó—. Además, yo me encargo de las publicaciones editoriales.

—Sí... —murmuró Sila—. Siempre te gustó tomar fotos.

—No llegues tarde —amenazó y colgó.

Sila no sabía cómo sentirse al respecto. Por una parte, su corazón se acongojaba, pequeño y doloroso, ante la aparente indiferencia de Min. Además, la culpa que llevaba sobre sus hombros era inmensa. No podía dejar de pensar que todo habría sido diferente si Kwan no hubiese entrado jamás en la vida de ambos, si él hubiese pensado mejor en el valor de sus acciones. Sentía que todo estaba perdido, irrecuperable, y aun así estaba dispuesto a no renunciar a la idea de reconquistar a Min. Ambos habían crecido. Ambos habían aprendido a amar mejor. Ya no eran un par de jóvenes a la deriva. Tal vez la madurez de ambos podría jugar a su favor.

Llegó la hora de la reunión. Tanto Min como Sila se presentaron con los nervios en la garganta, nauseabundos y con el estómago pesado. Qué difícil resultaba hacerle frente al pasado.

—Hagamos esto rápido —decretó Min con seriedad, ignorando la forma en la que Sila le había abierto la puerta—. Tengo cosas que hacer.

Sila intentó tomar la muñeca de Min con suavidad, anhelo y un poco de miedo. Min se apartó antes de que pudiera cometer su objetivo.

—Min, yo... —comenzó Sila.

—Te voy a pedir que no me toques —zanjó Min—. Estoy comprometida.

Min se dedicó a sacar las fotografías hasta que cayó en la cuenta de que podía aprovechar la presencia de Sila y hacer un par de preguntas más. Así, podían ofrecer un contenido distinto al que sería transmitido por televisión, brindando una razón para obtener la versión impresa del encuentro con Sila.

AMOR DE MEDIA NOCHE (Libro oficial)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora