Nada fue igual después. Sawit no volvió a acercarse a Min y Sila dejó de besar a Kwan, además de eliminar los detalles que solía darle cada cierto tiempo y la rutina entre ellos.
Sawit conocía bien la historia de Sila y, con ella, el compromiso que tenía con Kwan. Por si fuera poco, la actriz era tan conocida como el propio Sila, un rostro que, con dificultad, podía borrarse de la memoria. Así que Sawit no se acercó a Min, ni siquiera hizo el intento por buscarla, pero el tema fue diferente con Kwan. La buscó como el último sorbo de agua fresca en pleno desierto, encontrándola gracias al buen uso de las redes y la falta de privacidad de la vida de una figura pública.
Cuando lo hizo, contó todo lo que había pasado, restando las partes donde lo involucraban a él como un abusador y poco hombre. Kwan, prestándose a escuchar su declaración, comenzó a entender el cambio radical de Sila. Le hirvió la sangre del coraje al saber que se habían visto, que Sila había "interferido" en el compromiso de Min, y que nada de eso hubiese sido dicho para mantenerla enterada. Así que Kwan cayó en el juego de Sawit, contratando un investigador privado que siguió a los viejos amigos hasta que la verdad quedase expuesta a la luz.
—Entonces... —Sawit estaba recostado sobre una cama a un lado de Kwan, ambos tenían las sábanas del hotel enredadas entre las piernas, llenas de un sudor que se iba evaporando y el cabello desarreglado. Sawit se sostenía sobre sus codos, extendiendo una de sus manos para acariciar la espalda desnuda de la prometida de Sila—. ¿Te gustó?
Kwan soltó una risa en un bufido, se apartó de los dedos traviesos de Sawit, saliendo de la cama y comenzando a vestirse.
—Eres patético —escupió—, no sé cómo me convenciste de hacer esto.
Sawit se levantó también, acercándose a la figura esbelta de la mujer para tomarla por la cintura. Le depositó un beso sobre uno de sus hombros y sonrió.
—Debes admitir que nos atraemos mutuamente —susurró.
Kwan se detuvo, girándose hacia él a medio vestir.
—Por supuesto que no —dijo de tajo—. No te confundas. El tiempo que, miserablemente, pasamos juntos es para poder deshacernos de Min. Sacarla de mi camino hacia el altar. ¿Sabes con quién me voy a casar? Por supuesto que lo sabes, todos lo saben. Alguien que ama a un hombre como ese no podría amar a un hombre como tú.
Sawit soltó una risa despreciable, apartando la mirada de Kwan y recordando el rostro de Min. —Min demostró que es posible —refutó.
Kwan puso los ojos en blanco, agachándose para alcanzar su blusa y pasándola por los brazos.
—Dudo mucho que Min te haya amado —dijo ella sin interés—. Estuvo enamorada de Sila. Es imposible que haya bajado tanto sus estándares de la nada.
Las palabras de Kwan colmaron la paciencia de Sawit. El hombre, aún desnudo, sintió la chispa descontrolada de la ira en su corazón, adueñándose de sus movimientos y llevándolo a tomar con fuerza a Kwan por el brazo. Le encajó los dedos desprendiendo de la voz de la mujer un quejido, un ruidito de dolor que lo llevó a la coherencia otra vez. Sawit aflojó su agarre, pero dio un paso al frente hasta quedar a pocos centímetros del rostro de Kwan, erguido e intimidante.
—No intentes tus juegos conmigo —amenazó—. No soy un juguete como Sila lo ha sido para ti. Ten cuidado con las cosas que me dices si no quieres lamentarlo.
El descaro en la mirada de Kwan desapareció un momento, dando paso a la cautela, incluso un poco de miedo. Después de un par de segundos, Kwan le arrebató el brazo y se sentó al borde de la cama para ponerse los tacones.
—Somos cómplices —recordó ella—. No lo arruines con estúpidas confusiones.
—Te diré lo mismo que me has dicho —se burló él recargándose en el marco de la puerta hacia el pequeño baño de la habitación—. Alguien que ha estado enamorado de alguien como Min no podría bajar sus estándares para amar a una mujer como tú, excepto si eres imbécil como Sila.
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AMOR DE MEDIA NOCHE (Libro oficial)
Lãng mạnEl amor lo puede, pero depende de ti si vale la pena arriesgarlo todo o no por esa persona especial, pues a veces solo nos tenemos a nosotros mismos.