testimonios de mandela. // the mandela catalogue.

José.

No sé porque lo hizo.

Pero sé como fue.

Emergió de los cielos como Jesús. Él dijo que el mismo había nacido.

No le creí al principio, pero se veía tan angelical, tan hermoso.

Gabriel me dijo que Jesús había nacido.

4 días antes de la catástrofe, José vino a verme. Se veía diferente, tenía grandes ojeras bajo sus brillantes ojos, su sonrisa era extraña y caminaba raro.

Le pregunté si se encontraba bien.

Él me dijo que si, que María comenzó a hablarle y que se estaban acercando.

Yo conocía la condición de José, a él también le gustaba María.

Cuando me despedí, no le quité la mirada de encima.

No sé porque, pero sentí que él sabía que yo lo miraba.

3 días antes de la catástrofe, visité a José, sentía que debía hacerlo.

Llamé a la puerta 3 veces. Nada. Llamé otras 3 veces. Escuché pasos y la puerta se abrió.

Detrás estaba José, si, pero seguía con las mismas ojeras y esa sonrisa dispareja. No me quitaba los ojos de encima.

Le pregunté si podía charlar sobre mi encuentro con el ángel. Él cedió. Le conté como me sentí al ver a Gabriel y sus ángeles, le conté también como fue enterarme de que Jesús, hijo de nuestro preciado Dios, contempló el mundo hace tan solo unos días.

José, en todo ese tiempo, no dijo palabra alguna. Me sentí incómodo. José era de hablar mucho, era de reír, era inteligente.

¿Qué le pasó a José?

De pronto, las ovejas comenzaron a hacer ruido, eso pasaba aveces cuando un depredador se encontraba cerca. José se levantó con dificultades de la mesa y dijo, sin dejar de sonreír.

—Voy a ver que le pasa a las ovejas.

Al irse, yo también quise hacerlo, pero no pude, alguien golpeaba la puerta del sótano.

Me extrañé. Los sonidos sonaban genuinos, humanos. Y en eso, oí mi nombre siendo llamado desesperadamente.

Venía del sótano.

Rápidamente me agaché y saqué la gran piedra que estaba sobre las maderas y abrí las puertas.

Era José.

Y estaba llorando.