Mickey.

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5 de marzo de 1988.

—Tranquilo, vamos a estar bien.— Le dijo a su perro de raza doberman mientras le acariciaba la cabeza.

Rachel le dio de comer y se fue de la casa, necesitaba airearse, necesitaba salir de Mandela.

No iba a hacerlo, no podía.

Rachel caminó por los nevados caminos de su barrio, no se notaba casi gente por las calles, o bueno, Rachel no estaba segura de que si lo que veía eran personas o alternativos.

Les temía

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Les temía. Vivía sola y aveces era despistada. Por suerte Mickey, su mascota, estaba con ella. Nada le pasaría si se mantenía a su lado.

Esperaba que así fuera.

Mientras que Rachel deambulaba afuera, tratando de aclarar sus ideas, Mickey ya había terminado su comida y estaba cansado y con algo de frío, así que se recostó frente a la estufa y durmió.

Hasta que lo escuchó.

Estaban rascando la puerta de la entrada. Mickey se levantó de golpe y fue a inspeccionar que era ese extraño ruido. Cuando llegó, los ruidos cesaron, lo que hizo que ladeara la cabeza.

Estaba a punto de volver a su lugar, calentito, aguardando la llegada de su amo, cuando volvió a escuchar los mismos ruidos que raspaban la pared, impacientes y fuertes en la puerta trasera.

Lo hizo recordar a él. 

El perro avanzó hacia el sonido nuevamente, pero era demasiado tarde, la cosa que estaba raspando la puerta estaba dentro de la casa. Por instinto, el perro empezó a olfatear las huellas, húmedas por la nieve, que lo llevaron a la sala de estar. Una vez que el rastro se detuvo, fue levantando la cabeza con lentitud. Primero, vio las garras con nieve, las patas de color negro y el torso bien formado. Por un momento, el perro se pensó que se trataba de un perro de su misma raza.

Pero cuando le vio la cara, retrocedió. El alternativo tenía ojos de humano, en lugar de ojos caninos, que lo miraban con tranquilidad.

Mickey ladró, si lo traducimos, podríamos estar escuchando un '¿quién eres?'

El otro perro solo se dedicó a mirarlo sin siquiera pestañear.

Mickey se acercó, esta vez con más cuidado, para olerlo, para, de una vez por todas, sentir el olor del otro animal, pero para su sorpresa, el doberman no desprendía olor, en cambio, cuando sintió a Mickey cerca, gruñó, como lo haría un perro.

Mickey esta vez no retroceió, sino que corrió escaleras arriba.

Ese no era un perro. Se trataba de una amenaza.

Desesperadamente, se llevó por delante la reja que impedía su paso al piso de arriba. No le importó y siguió avanzando, por el baño, el dormitorio de su amo y por último el balcón. Allí no había escapatoria, pero si tenía que luchar contra esa cosa, la cual ya estaba en el pasillo, observánolo pacientemente, lo haría. No dejaría que lastimara a su dueña.

Mickey ladró varias veces, lo incitaba a pelear, éste era su territorio, su hogar y no confiaba en él.

El clon de Mickey tomó carrera desde el pasillo y corrió hasta el Mickey original, avalanzándose sobre este, sin piedad absoluta.

...

—Mierda, que frío.— Se quejó la mujer cuando ingresó a su hogar, sacándose rl abrigo y dejándolo en el perchero.

—¡Mickey!— Llamó Rachel, ella esperaba que los grandes pasos de su perronse escucharan dentro de la casa, en cambio, cuando se estaba quitando la bufanda para dejarla en el mueble, sintió un gruñido detrás de ella. Un gruñido fuerte, rozando lo grosero, lo... demoníaco.

No quiso darse la vuelta, pero volvió a llamar a su perro.

—¡Mickey..! Mickey, ven.— La voz sonó amortiguadora para el canino, así que hizo caso y fue hasta donde Rachel  para olfatear su mano.

Esto calmó a Rachel para que al fin pudiera voltearse, pero lo que vio, la aterrorizó. El perro comenzó a olisquear su mano, y también a mirarla, y para cuando cuando hizo, lo hizo de una forma tan humana, tan despiadada, tan horrible, que Rachel sintió pánico.
Este no era Mickey.

No le dio tiempo a reaccionar, pues el alternativo ya tenía su mano entre sus afilados dientes, tironeándole el músculo de la mano para arrastrarla hasta el comedor mientras que Rachel gritaba al sentir su carne y huesos separándose

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No le dio tiempo a reaccionar, pues el alternativo ya tenía su mano entre sus afilados dientes, tironeándole el músculo de la mano para arrastrarla hasta el comedor mientras que Rachel gritaba al sentir su carne y huesos separándose.

Mickey, adolorido y sin fuerzas siquiera para respirar correctamente, lloraba por lo que estaba escuchando. Su dueña estaba siendo atacada y él no fue capaz de defenderla. No le quedaba otra que pedirle perdón a Rachel por esto.

'Nunca quise dejar que entrara, yo también tenía miedo. No le hagas daño, que pare de gritar, no la lastimes.'

Siguió llorando hasta que su visión se fue oscureciendo y los gritos se fueron haciendo más y más lejanos.

...

Mañana del 6 de marzo de 1988.
8:35 A.M

Reporte policial por Claudette Palmer.

Hogar 101, Calle Miller, Ciudad de Yonder.

Vecinos han denunciando ruidos fuertes y un inminente forcejeo proveniente del hogar mencionado

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Vecinos han denunciando ruidos fuertes y un inminente forcejeo proveniente del hogar mencionado. Nos metimos y vimos una escena que nos dejó perplejos. La víctima yacía sin vida junto al cuerpo de un perro doberman de color negro. Notamos que fue arrastrado desde las escaleras hasta el comedor. No sospechamos que fuera un alterno, pero no lo descartamos.

Víctima(s): 2.

Estado: Fallecidos.

Sospecho(s): 0.

testimonios de mandela. // the mandela catalogue.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora