Capítulo 4.

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Se conocían desde que ambas iniciaron la preparatoria, pero no importaba si eran amigas desde la gran mayor parte de sus vidas, Valentina nunca supo descifrar lo que la menor planeaba.

Juliana era un curioso enigma, pues nunca fue buena ocultando cosas, pero cuando se trataba de mantener algo callado como un plan era la mujer más discreta del mundo.

Así que no supo qué debía esperar en el coche hasta que la hora pasara y entonces Juliana saliera del restaurante con un abrigo puesto que le cubría hasta las rodillas porque había estado haciendo bastante frío en esa noche, probablemente porque llovería muy pronto. La menor rodeó el coche y abrió la puerta de copiloto para entrar y soltar un suspiro aliviado por el calor del auto que la envolvió, Valentina la miró un segundo antes de encender el motor y mover la palanca con tal de comenzar a moverse. Valdés no le dijo más que pedirle que se dirigiera a su departamento y Valentina tampoco preguntó más, solo se dedicó a conducir por las calles en completo silencio, con miles de dudas en su cabeza por saber qué estaba pensando hacer.

Juliana siempre fue impredecible, de alguna u otra manera lograba tomarla desprevenida, y esa vez no fue la excepción.

No estaba pensando en nada cuando abrió la puerta de su departamento y dejó que Juliana entrara, solo la miró quitarse su abrigo para ponerlo en el perchero como si esa no fuera la segunda vez que entraba en el lugar. Tampoco pudo pensar en nada cuando estaba por quitarse su propia chaqueta y fue interrumpida por la manera brusca de la menor en agarrarla del cuello de su ropa para acercarla a su cuerpo, reclamando su boca. Fue tan sorpresivo que no respondió hasta que sintió una lengua lamer su labio, por lo que terminó aceptando el beso al colocar las manos en las caderas ajenas, dejando que Juliana terminara de quitar su abrigo de los hombros sin dejar de devorarle la boca. Ni siquiera era un beso calmado, no comenzó tranquilo y se volvió todavía más duro cuando la mayor participó.

Juliana retrocedió a pasos lentos, controlando el beso porque al parecer Valentina no quería pelear ese poder, solo dejándose llevar. Se dejó llevar también cuando lograron alcanzar el sofá y se separaron en cuanto ambas cayeron brusco contra el mueble acolchado. La mayor observó el rostro de la morena; tenía la cara roja, las cejas fruncidas y los labios abiertos que dejaban escapar aire. Estaba agitada, al igual que ella, pero Valentina se encontraba más desconcentrada que nada. No esperó a que la volviera a besar, cuando fue a buscarla al restaurante fue para hacer las paces y tratar de olvidar lo que sucedió, no creyó que Juliana quisiera hacerlo otra vez por la forma en la que había actuado.

Estaba tan confundida en ese momento.

—¿Por qué fue eso?

Juliana se encogió de hombros, acomodándose en el sofá todavía muy cerca de ella. Miró los ojos de la mayor antes de bajar a la carnosa boca, respondiendo: —Quería probar algo... —sin dejar de mirar la forma en que los labios ajenos se apretaban contra sí. Se habían sentido suaves, hidratados pero fuertes contra ella, siempre amó la esponjosidad de los labios gorditos, como se amoldaba a la perfección con los suyos, tenía alguna especie de debilidad por ese tipo de bocas y ciertamente ese pequeño gusto se incrementa cuando se trataba de la boca de Valentina.

Quería volver a besarla.

—¿Probar qué?

—Quería saber si me apartarías... tú... me besaste estando algo borracha y quería saber si fue por puro impulso del alcohol o fue porque querías hacerlo...

—Te dije que quise hacerlo.

—Y quería confirmarlo.

Valentina la miró en silencio un momento, sintiéndose de repente un poco ofendida porque: —¿Sigues creyendo que bromeaba? ¿De verdad crees que jugaría así contigo?

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