Valentina esquivó un gancho hacia su rostro con tanta facilidad que su manager y su compañero de prácticas aclamaron con admiración, siendo un muy grato aliciente para su ego.
Ese día era jueves, por lo que la pelea estaba a la vuelta de la esquina, ya haciéndole ruido en la cabeza. Megan Wood era una boxeadora extraordinaria, lo sabía de primera mano, ya que, a pesar de ser la primera vez que ambas estarían juntas en un cuadrilátero para enfrentarse, las dos fueron juntas a la UNDS. Así que, ya tenía una idea de cómo era su técnica. Incluso se dio la tarea de buscar en internet algunas de sus competencias actuales, para un poco de investigación personal, encontrando que había pulido sus tácticas muy bien. Ahora se veía más prolija, más hábil y, por supuesto, más fuerte.
Normalmente, no tendría miedo de quien sea con quien fuera a pelear, pero vamos, estaba un poquito asustada.
Es decir, no iba a altercarse con cualquiera, ¡era Megan Wood! Una mujer que, incluso en su juventud, ya cargaba con un perfecto six en su abdomen. Recordaba que nadie se metía con ella durante la universidad porque nadie quería exponerse a uno de sus golpes, a pesar de que era una chica calmada y muy dulce que muy pocas veces se enojaba, cuando lo hacía asustaba de sobremanera. Era profesional, no importaba si fueron amigas en un pasado, ahí arriba, en la mira de un montón de fanáticos, serían enemigas. Normal era el sentirse aterrada. La mujer era apenas seis meses mayor que ella y sus bíceps actuales se veían de un buen tamaño. Si no llegaba a avivarse a tiempo, Megan podría romperle los huesos con un chasquido de dedos, a lo Thanos.
Tomando en cuenta toda la masa corporal y habilidad en desventaja, no tenía muchas esperanzas, honestamente.
Pero daría todo de sí misma, porque Juliana estaría ahí. Quería verse cool por la menor, lucir como si no tuviera ninguna preocupación ahí arriba, como si fuera la reina del box por un momento. Como si fuera la primera vez que la menor la veía pelear en persona. Solo quería que Juliana pensara que era genial y que tenía a la mejor campeona como novia. Quién sabe. Era como si quisiera que la viera atractiva, de alguna forma. Era extraño, no podía explicar ni saber con exactitud ese sentimiento de determinación por ganar fuese como fuere esa pelea, solo por saber que su novia estaría ahí. A Juliana ni siquiera le gustaba verla pelear en cuadrilátero, había expresado miles de veces antes lo mucho que odiaba ver cómo le llenaban de cardenales por todas partes solo por entretenimiento público para fanáticos de los deportes salvajes. Pero a pesar de ello, siempre era la primera en apoyarle y cuidar de ella.
Su pecho se sintió calentito al pensar en ella. Fue un sentimiento tan lindo que no pudo evitar la sonrisa bobalicona que se dibujó en sus labios, tampoco evitó ese pigmento rojizo en sus orejas. Jacobo le miró atento, sonriendo en complicidad al notar los destellos en sus claros ojos; Valentina se veía tan ensimismada en pensar, seguramente, en su chica, que había descuidado la fuerza de sus golpes, toda su concentración dirigiéndose hacia un solo lugar más allá de entrenar. Pero no le dijo nada, no lo hizo porque era en verdad grato verla tan contenta.
—¿Cómo está Juliana? —se decidió por preguntar, notando el color llegando a sus mejillas. Valentina se detuvo, con el pecho agitado y el rostro perlado, le miró tomándose unos segundos donde trató de controlar su respiración.
—E-ella... está bien...
—¿Solo bien? ¿No han hecho ni un movimiento?
Sí que era posible ver a Valentina todavía más enrojecida de lo que es normal, era posible y era sumamente gracioso. Su cuello se sumó al color rojo y sus ojos se abrieron tanto que se vio tan divertida para Jacobo, quien no tuvo ninguna consideración ante su vergüenza y se echó a carcajearse de ella.
—¡Jacobo, no se ría! —se quejó, quitándose los guantes negros y lanzándolos hacia su hombro. Cuando él mayor se calmó, Valentina tomó aire y luego dijo en un murmullo tímido: —Es mi novia...
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IN |Juliantina
RomanceValentina Carvajal enfocó la gran mitad de su vida en enorgullecer a sus padres, tratando de ser la hija y la hermana mayor perfecta que ellos querían que fuera, tuvo tanto tiempo una sola meta en sus ojos que dejó de lado su propia felicidad. Cuand...