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Desde que entré a la preparatoria mi vida dio una vuelta completa. Mi madre comenzó a trabajar – Algo de lo que la felicito -, mi hermana también empezó trabajar y mi padre subió de puesto, lo que le toma más tiempo estar en la oficina.

Había empezado tal cómo cualquier chica; algunos altibajos mientras me acostumbraba, volver a hacer amigos y otros problemas que surgen administrativos y con profesores. Pero normal como una chica sobresaliente y dedicada que siempre había sido.

En cambio, en mi interior podía sentir como si algo no estuviera bien. Comencé a sospecharlo con sueños repentinos que me hacían sudar y despertarme a mitad de la noche, algo me decía que no eran normales, al igual yo nunca pude haber creado tales escenas tan horrendas e impactantes que luego de despertar no podía volver a reconciliar el sueño.

Nunca se lo dije a nadie pensaba que me tomarían por loca o, en todo caso, me restringirían las películas y videojuegos de terror. Al mismo tiempo cada noche luego de levantarme me ahogaba en "algo" que me hacia temblar, no de miedo sino de felicidad y placer; al igual eran razones por las que no contarles a nadie, no quería experimentar la vergüenza de tener que decírselo a alguien cara a cara.

Me esforcé para que mis calificaciones no bajaran y mi rendimiento siguiera intacto, en cambio, mantener una buen cara en la escuela era agotador y llegando a mi casa apenas me quedaban energías para hacer mis quehaceres y mostrar una débil sonrisa cuando alguien más llegara.

Cómo toda mi familia trabajaba me quedaba más tiempo solo con mi perrita "increíble, no tenía que forzarme para ocultar el cansancio", pensaba que estar sola era toda una bendición por ahora.

- ¿No es cierto, bella?

Lo segundo que me hizo darme cuenta fue cuando sentí su presencia, alguien me seguía a todas partes y aunque no lo pudiera ver atrás de mí lo detectaba en mi interior. No me alteré tanto como imaginé, yo quería visitar hasta un sacerdote. Pero mi interior se mantenía sereno y sin alarmarse más de solo estar atento a cualquier movimiento de la visita no deseada.

"¿Lo habrá provocado eso?", pero al no haber sido atacada en dos días me hizo dudar de sus verdaderas intenciones.

Luego de que llegara los sueños y ese sentimiento empeoraron, sentía mi cuerpo en llamas o debajo del agua, incluso unas noches sentí como si algo se metiera en mi entrepierna; pude haber jurado que tenía algo adentro, pero solo se desvanecía como todo lo demás.

Luego comencé a escuchar una voz en mi cabeza, una voz que narraba mi estilo de vida como depresivo y repetitivo, "que estúpido" era lo que más repetía. Me hacía sentir insegura y demente, ya no salía más con mis amigos con miedo a mal interpretar lo que dijeran, me alejé con mi familia a solo verlos en cortos tiempos como la comida o para saludarlos cuando llegaban.

Cada día que criticaba llegué a imaginar que era yo y mi verdadero sentir a mi propia vida.

Regresaba de la escuela, cansada y con bastante hambre, la mochila me pesaba toneladas y quitármelos de encima fue lo más placentero de todo el día. El estómago me gruñía por comida, no había mucho en la alacena o refrigerador.

Bella me saludó sacudiéndome la cola, radiaba una alegría que contagiaba.

- ¿Hoy que cenaremos? – Le pregunte por rutina, no había casi nada de comida.

Unos pocos pedazos de salami y rebanadas de pan decidieron mi cena. Luego tome un baño y preparé todo para dormir. Varias tareas se apilaban en mi escritorio, pero todavía había una semana para hacerlas y descansar un día no me iba a hacer daño.

"Por favor, hazme tener un sueño agradable y recuperar energías" No tenía a nadie para dedicarle esas palabras, así que solo las pensé. Estaba tan cansada que mi cuerpo se relajó por completo, en cambio, no podía dormir. Mi propia mente me mantenía despierta repitiendo canciones o accidentes que habían sucedido hace mucho, pero ahora me preocupaban. De repente esa misma voz la escuché susurrar a mi lado.

Un escalofrío como agua helada recorrió toda mi espalda dejándome si habla o movilidad. Entreabrí los ojos. No pude ver su cara porque estaba de espaldas, pero su cabello plateado y su extraña ropa toda de color negra me negó la idea de estar loca, si era alguien que se había metido en mi cabeza "¿Un demonio o fantasma?", cualquiera de la dos me hacía temblar de miedo.

- ¿Tal vez debería avisarle? -.

"¿De que hablaba? ¿Qué me quería avisar?" Se volteó y cerré los ojos. Me mordí el labio, gritaría solo cómo último recurso.

Sus acaricias por mi cabeza y mi muñeca casi me hacen correr de la escena. Había lago cálido en sus acaricias, no eran para hacerme daño. Me protegía, ella lo hacía para protegerme y no entendía por qué ser tan grosera para demostrarlo.

Evitar pensar en lo que pasó era inevitable, luego que me durmiera no tuve ningún mal sueño descansé mejor que muchos días atrás. Intentaba hacer una imagen mental de ella, era imposible con todo oscuro y estando espaldas a mí.

Ese día mi madre había llegado temprano y seguía trabajando para luego irse unas horas después a cubrir a otros maestros. Mi hermana llegó luego de que mi madre se haya ido, vimos una película y nos fuimos a trabajar - Cada una a su habitación-.

Preguntas cómo: "¿A dónde planea llevarme?" o "¿Será que ya es hora de mi muerte?" no dejaban que me concentrara. La curiosidad quemaba mi corazón y a la vez lo aterraba la idea de morir. Pero un fuego en mi pecho cerca de mi corazón ardía sin importar que duda tenga sobre lo que escuché, estaba presente impulsándome a tomar su mano e irme con ella.

Sin que me diera cuenta ya se había hecho de noche y mis parpados me pesaban. Me recosté para dormir y rogar en tener un sueño igual al de la noche pasada, cerré mis ojos y caí casi completamente dormida.

mente de papelWhere stories live. Discover now