Diez. El desierto.

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—¡No puedo creer que se llevaran a Appa! —Aang se deshizo de mi abrazo y le grito a Toph

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—¡No puedo creer que se llevaran a Appa! —Aang se deshizo de mi abrazo y le grito a Toph. —¡¿Por qué no hiciste algo?! —

—No pude, la biblioteca se hundía y ustedes aún estaban adentro y...—dijo impotente.

Aang camino enojado hacia ella, intente tomarlo de la mano pero se soltó de mi agarre.

—¡Debiste entrar y buscarnos! ¡Yo lo habría salvado! —

—Apenas puedo sentir las vibraciones aquí, no sentí llegar a los areneros y ni siquiera...—

—¡Ni siquiera te importaba! ¡Appa nunca te agrado! —grito Aang. —¡Querías que se fuera! —

Me acerque a él.

Se estaba descargando con la persona incorrecta.

—Aang, creo que ya es suficiente. —dije. —Estoy segura de que Toph hizo todo lo que pudo para poder ayudar a Appa. —

—Si, además ella salvo nuestras vidas. —dijo Katara acercándose.

—¿Y quién salvara la nuestra? —pregunto Sokka mirando el desierto. —Nunca saldremos de aquí. —

—¡Eso es lo único que les importa! ¡No les importa si Appa está bien o no! —camino lejos de nosotros y se sentó.

—Eso no es cierto. —dije. —Appa es muy importante para todos y nos preocupa pero no podemos pelear ahora. —

—Iré a buscar a Appa. —Aang tomo su planeador y emprendió vuelo.

—¡Aang, espera! —grite pero ya era tarde, se había ido.

—Hay que comenzar a caminar. —dijo Katara. —Somos los únicos que sabemos esa información y debemos llevarla a Ba Sing Se. —

Comenzamos a caminar bajo el ardiente sol.

Después de varias horas el sol estaba en el punto más alto y nos estaba asando poco a poco.

Estábamos todos sudados, cansados, con la boca seca y rojos por tanto sol.

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